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Francisco Ferrer i Guardia

Una educación libre, solidaria, que lucha contra la injusticia

 

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine


La importancia de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia para la Pedagogía

Biografía de Francesc Ferrer i Guardia

Proceso a Ferrer Guardia

Sentencia contra Francisco Ferrer y Guardia

La Escuela Moderna

Los escritos de Francisco Ferrer Guardia

La Semana Trágica de Barcelona 

Bibliografía


En la primera detención de Francisco Ferrer Guardia en 1906, desde la cárcel dijo:

«La Escuela Moderna pretende combatir cuantos prejuicios dificulten la emancipación total del individuo, y para ello adopta el racionalismo humanitario, que consiste en inculcar a la infancia el afán de conocer el origen de todas las injusticias sociales para que, con su conocimiento, puedan luego combatirlas y oponerse a ellas. El estudio de cuanto sea favorable a la libertad del individuo y a la armonía de la colectividad, mediante un régimen de paz, de amor y bienestar para todos sin distinción de clases ni de sexos».


La importancia de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia para la Pedagogía


Francisco Ferrer Guardia (1859-1909), pedagogo y activista político español, fue el fundador de la Escuela Moderna e introdujo en España el racionalismo pedagógico. Fundó en 1901 la Escuela Moderna, uno de los experimentos pedagógicos más interesantes de la historia contemporánea española, con grandes influencias en toda Europa. En sus aulas no se enseñaban enseñanzas religiosas y sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño.

Según Ferrer Guardia,  la educación no puede ser dogmática ni basada en dogmas ni prejuicios, y debía aceptar los métodos de la ciencia, desterrando todo lo que no se puede demostrar por el método científico. La libertad era considerada un valor fundamental, se procuraba la igualdad de todos, niños y niñas, que ese educaban juntos, se rechazaba el espíritu competitivo y por lo tanto toda imposición, exámenes, premios y castigos.

Entre sus contenidos, se declaraba prioritaria la educación del conocimiento, los afectos y la sexualidad, la experimentación y la observación de la naturaleza, la solidaridad, la ayuda mutua y la crítica de las injusticias. Su educación se basaba en la evolución de los niños, y se hacia de forma individualizada. Todo ello presentado con una didáctica no directiva.

La Escuela Moderna generó enseguida la crítica de los ambientes e instituciones más conservadoras, y sobre todo de la Iglesia Católica, pues ponía en entredicho sus postulados dogmáticos, sus métodos y el poder económico de los centros educativos de la Iglesia. No cejaron hasta destruir a su fundador y cerrar la Escuela Moderna. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares de toda Europa seguirían los planteamientos de la Escuela Moderna.

Una de las formas de expresión de las ideas de Ferrer Guardia, aun cerradas las escuelas, fueron los ateneos libertarios, opuestos a la rigidez y dogmatismo de la enseñanza existente y a la falta de infraestructuras educativas oficiales para la propia clase trabajadora. Y aunque se constituyeron como asociaciones culturales, funcionaron en la práctica como escuelas para miles de personas sin recursos para poder pagar una enseñanza privada.


El pensador Piotr Kropotkin envió una carta al creador de la Escuela Moderna Francisco Ferrer y Guardia a propósito de la publicación de la revista L’École Rénovée. En ella, Kropotkin argüía en el primer párrafo: «Todo está por hacer en la escuela actual. Ante todo, la educación propiamente dicha: (...) la formación del ser moral, individuo activo, lleno de iniciativa, emprendedor, valiente (...); y al mismo tiempo sociable, igualitario (...) y capaz de sentir su unidad con todos los hombres del universo entero».

El príncipe Piotr Alekséyevich Kropotkin (1842-1921), geógrafo y pensador político ruso, es considerado uno de los principales teóricos del movimiento anarquista, dentro del cual fundó la escuela del anarcocomunismo.


Ferrer Guardia y la señorita Soledad Villafranca

Ferrer Guardia es conducido por la Guardia Civil a  Montjuic

Ejecución de Ferrer (Pintura de Flavio Constantini)

La Domenica del Corriere, núm. 43 del 24 octubre de 1909, fusilamiento de Ferrer i Guardia en el Castillo de Montjuic

Panteón de Ferrer i Guardia en el cementerio de Montjuic

Biografía de Francesc Ferrer i Guardia


Francesc Ferrer i Guàrdia nación en Alella, Maresme, el 10 de enero de 1859 y murió fusilado en los fosos del Castillo de Montjuit en Barcelona, el 13 de octubre 1909.

 De familia católica y monárquica de payeses acomodados, fue el tercero de catorce hermanos. A los 13 años tuvo su primera disputa con la iglesia, tras denunciar al sacerdote de su pueblo de intromisión familiar, por lo que fue enviado por su familia a trabajar a Barcelona, donde entró como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de Sant Martí de Provençals, cuyo dueño le inscribió en clases nocturnas y le inició en los ideales republicanos. Durante la I República, el joven Ferrer participó con entusiasmo en experiencias de educación popular. Durante los años siguientes el joven autodidacta estudió a fondo el ideario de Pi y Margall y conoció las doctrinas de los internacionalistas en lops círculos obreros más anticlericales. Sus ideas librepensadoras le llevaron pronto al anarquismo, tendencia en la que desarrolló una gran actividad como agitador y revolucionario. Además, se caracterizó siempre por la vehemencia con que difundió sus mensajes anticlericales e ingresó en 1883 en la logia masónica Verdad de Barcelona.

Su trabajo como revisor en la compañía de ferrocarriles le permitió convertirse en el correo que aseguraba el contacto entre los revolucionarios españoles y el exiliado presidente del gobierno republicano Manuel Ruiz Zorrilla, de cuyo Partido Republicano Progresista era militante.

Exilio en París y formación pedagógica y libertaria

En 1886 apoyó en Santa Coloma de Fernés el pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, cuya finalidad era proclamar la República, pero al fracasar éste tuvo que exiliarse en París, acompañado de Teresa Sanmartí, con la que tuvo tres hijos.

Subsistió dando clases de castellano, comerciante de vinos y como secretario sin sueldo de Ruiz Zorrilla. Hasta la década de 1890 continuó siendo republicano, pero a partir de entonces comienza un viraje hacia el anarquismo

En París descubrió su vocación pedagógica y desarrolló una brillante carrera al frente de la escuela laica que él mismo había fundado, con lo que se ganó prestigio internacional como pedagogo librepensador y enemigo del oscurantismo que por aquel entonces dominaba la enseñanza religiosa en España. En julio de 1892, participó en el Congreso Librepensador de Madrid.

En 1893 se separó de Teresa Sanmartí y en 1899 se casó con Leopoldine Bonnard, maestra de tendencias anarquistas con quien recorrió Europa.

Mientras maduraba sus conceptos de educación anarquista y en el proyecto de la Escuela Moderna, para ponerlos en práctica a su vuelta a España, profundizaba en las ideas anarquistas y conocía y hacía amistad con sus principales pensadores, Elisée Reclus, Malato y Piotr Kropotkin.

Fundación de la Escuela Moderna

En agosto de 1901, tras recibir una cuantiosa herencia que le dejó al morir Ernestine Mennier -una rica anciana parisiense a la que había dado clases de español desde 1894-, regresó a Barcelona, en donde se instaló y creó la Escuela Moderna, un proyecto práctico de pedagogía libertaria,

Se trataba de una escuela, de ideario racionalista, igualitaria, laica y ácrata, no coercitiva y considerada por su fundador, como natural. El proyecto, que comenzó con 30 alumnos, tenía para 1906 más de 30 escuelas relacionadas con el movimiento.

En contraposición a ella, se impulsó una pedagogía racional, con un alumnado mixto, y en la que se abolieron prácticas retrógradas, como el sistema tradicional de castigos.

El crecimiento de la Escuela Moderna se situó en el punto de mira de los elementos conservadores, lo que le acarreó la enemistad de la Iglesia Católica y de muchos estamentos oficiales que veían en las escuelas laicas una amenaza a sus intereses, pues subvertía las ideas educativas de la época.

Atentado contra Alfonso XIII y nuevo exilio

Hasta 1909, la Escuela Moderna fue clausurada repetidas veces y sufrió la persecución de los sectores políticos y religiosos más conservadores de Barcelona, que intervinieron directamente contra la escuela y Cintra Ferrer i Guardia cuando en 1906 uno de sus profesores, traductor y bibliotecario de su centro educativo, Mateo Morral, fue implicado en el atentado contra Alfonso XIII,  el 31 de Mayo de 1906, día de su  boda, cuando la comitiva real pasaba por la calle Mayor madrileña, lanzó una bomba que provocó la muerte de veintitrés personas. Las autoridades clausuraron la escuela y se abrió un proceso a Ferrer i Guardia, que fue detenido y juzgado y del que quedó en libertad en 1907, ya que no se reunieron pruebas concluyentes contra su persona. Mateo Morral, partidario de la «acción directa», decía de Ferrer Guardia que era uno de esos «débiles de espíritu que opinan que nada se puede hacer sin discursos».

Al no poder abrir la Escuela Moderna, se trasladó a Francia y a Bélgica; donde fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, continuó en París con la edición del boletín de la Escuela Moderna y editó la revista de la Liga L'Ecole rénovée en Bruselas.

La Semana Trágica de Barcelona y su fusilamiento

Ferrer i Guardia regresó a Barcelona de nuevo y vivió allí hasta que fue detenido en 1909 acusado de haber sido el instigador de la rebelión obrera y popular contra la Guerra de Marruecos, conocida como la «Semana trágica». El 9 de octubre se constituyó el consejo de guerra en la prisión Modelo de Barcelona para juzgarlo. Tenía en contra la monarquía, el gobierno y la Iglesia; fue hallado culpable de ser el autor material del incendio del convento de Premiá, y condenado a la pena capital, sin que las garantías procesales ni las pruebas aportadas en su contra dejaran una indudable sensación de que se había hecho justicia. Murió en el foso de Santa Amalia de la prisión del castillo de Montjuïc, el 13 de octubre de 1909. Se negó a que le vendaran los ojos, gritando en el momento de ser fusilado sus últimas palabras, no acabadas porque la fusilería lo acalló: «Soldados, vosotros no tenéis la culpa. Apuntad bien. ¡Viva la Escuela Moderna! Muero inocente y feliz de…». Nunca se demostró que fuese culpable de lo que se le imputaba.


El proceso a Ferrer Guardia


El tiempo y el consenso histórico han dictaminado la injusta incriminación de Ferrer. Cuando en julio de aquel mismo año estalló la que después sería conocida como Semana Trágica, Ferrer Guardia fue inmediatamente relacionado con ella, e incluso se le responsabilizó de los violentos hechos que durante aquellos días se sucedieron, aunque había permanecido todo el tiempo en su finca de Montgat, en su propiedad de Mas Germinal, sin sospechar que un motín comenzaba y se extendía por la ciudad. Fue a ella por sus asuntos de ediciones y fue detenido. Antonio Maura quería que su condena fuera ejemplar.

Se urdió un falso Consejo de Guerra plagado de testimonios falsos (más de 80 testigos) y llenos de rencor vertidos contra él por parte de sus enemigos políticos que vieron la oportunidad de librarse de un adversario político.  Se le acusó de que había quemado iglesias y un convento en Premiá, donde ninguna iglesia había sido quemada, como tampoco ningún convento. En el juicio se prohibió la comparecencia y el testimonio de todas las personas que podían demostrar su inocencia, a pesar de que se presentaron voluntariamente personas a declarar a su favor, lo que se les impidió alegando que estaban fuera de plazo y que la instrucción (que llevaba el comandante don Valerio Raso Negrini) había finalizado. No apareció ningún documento que lo comprometiera a pesar de que durante días se registró en su casa de Montgat, y hubo que presentar un único papel falsificado que hablaba genéricamente de provocar la dislocación social.

El gobierno censuró todas las agencias telegráficas españolas e hizo difundir que en el juicio había habido interrogatorio y testigos públicos, en el que al mismo Ferrer Guardia se le impidió hablar. Se le humilló confiscándole todas sus ropas y haciéndole vestir un sayal.

El capitán Francisco Galcerán, su abogado defensor, demostró la inocencia de su cliente, lo absurdo de los cargos y la escandalosa irregularidad del procedimiento. Tras la ejecución fue detenido, lo que provocó indignadas protestas de sus colegas de París y Londres. Finalmente, Galcerán fue puesto en libertad el 15 de octubre de 1909.

 El proceso provocó un escándalo internacional, en el que intervinieron destacadas personalidades internacionales que intercedieron ante el gobierno español, como H. G. Wells, Arturo Conan Doyle, Georges Bernard Shaw o Kropotkin. El embajador en el Vaticano logró frenar una notificación de la santa Sede contra el fusilamiento. Las súplicas para la conmutación de la pena fueron ignoradas.

La ejecución de Ferrer Guardia motivó una campaña internacional de mítines y movilizaciones en todas las principales capitales europeas y que pilló por sorpresa al gobierno español, causando tal crisis que su primer ministro, Antonio Maura, se vio obligado a dimitir, lo que le acarreó el fin de la política activa.

A raíz del proceso y ejecución de Ferrer Guardia, The Times dijo: «Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucción y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposición, asimilándolo a una agitación criminal»


De lo que escribió antes de su fusilamiento


La noche anterior a su asesinato escribió un testamento. En él podría leerse: «Deseo que en ninguna ocasión ni próxima ni lejana, ni por uno ni otro motivo, se hagan manifestaciones de carácter religioso o político ante los restos míos, porque considero que el tiempo que se emplea ocupándose de los muertos sería mejor destinarlo a mejorar la condición en que viven los vivos, teniendo gran necesidad de ello casi todos los hombres. (...) Deseo también que mis amigos hablen poco o nada de mi, porque se crean ídolos cuando se ensalza a los hombres, lo que es un gran mal para el porvenir humano. Solamente los hechos, sean de quien sean, se han de estudiar, ensalzar o vituperar, alabándolos para que se imiten cuando parecen redundar al bien común, o criticándolos para que no se repitan si se consideran nocivos al bienestar general».

Consejo de Guerra contra Ferrer Guardia (a la derecha)

París. Octubre de 1909. Manifestaciones por el fusilamiento de Francesc Ferrer i Guardia 


Sentencia contra Francisco Ferrer y Guardia


«En Barcelona, a 9 de octubre de 1909, reunido el Consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar esta causa, habiéndose hecho relación por el juez instructor del resultado de autos; presente el acusado; oídas la acusación fiscal y la defensa, y de acuerdo con el dictamen del asesor, por unanimidad, el Consejo de guerra declara:

Que los hechos perseguidos en esta causa constituyen un delito consumado de rebelión militar, por la concurrencia de las circunstancias tercera y cuarta del mismo:

Considera responsable del mismo, en concepto de autor y como jefe de la rebelión, al procesado Francisco Ferrer Guardia, con las circunstancias agravantes del art. 173 del mismo Cuerpo legal;

Y en su virtud, le impone, con arreglo al artículo 238, en su número primero, la pena de muerte con la accesoria, caso de indulto, de inhabilitación absoluta perpetua; condenándole también a indemnizar todos los daños y perjuicios ocasionados por los incendios, deterioros de vías de comunicación, férreas y telegráficas, ocurridos durante la rebelión, quedando, hasta que pueda señalarse su cuantía, afectos todos los bienes de Ferrer Guardia a la extinción de esta responsabilidad civil, y declarando que, en el citado caso de indulto, le será de abono la mitad del tiempo de prisión preventiva sufrida a resultas de esta causa.

Todo con arreglo a los artículos 173, 188, 219, 237 en sus circunstancias tercera y cuarta; 238 en su número primero. 242 del Código de Justicia Militar; 11, 13, 18 al 21, 53, 121 al 228 del Cógio Penal ordinario; los concordantes de ambos Códigos y Ley del 17 de Enero de 1901.- Eduardo de Aguirre.- Pompeyo Martí.- Sebastián Carreras.- Marcelino Díaz.-Manuel de Llanos.- Aniceto García.- Julio López.

Reproducida en la Enciclopedia anarquista


«Su crimen fue ser republicano, socialista, librepensador; su crimen fue haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruir a miles de niños en la moral independiente, su crimen fue haber fundado escuelas»

Carta abierta de Anatole France (1844-1924)

Escritor francés, en 1921 consiguió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra. Participó en la fundación de la Liga de los Derechos del Hombre y se comprometió en las causas de la separación de la Iglesia y el Estado.

 


La escuela moderna


Texto completo de La escuela Moderna:

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/pedagogia/escuelamoderna/indice.html

En el mes de agosto de 1901, abrió sus puertas, en el número 70 de la calle Bailén, de Barcelona (España), un centro educativo que se proponía transformar radicalmente la experiencia pedagógica en sentido crítico, laico, racionalista y libertario. Era una escuela, según el mismo Ferrer Guardia, en al que los niños y las niñas debían tener «una insólita libertad, se realizarán ejercicios, juegos y esparcimientos al aire libre, se insistirá en el equilibrio con el entorno natural y con el medio, en la higiene personal y social, desaparecerán los exámenes y los premios y los castigos».

Los principios básicos de la escuela Moderna

1. La educación de la infancia debe fundamentarse sobre una base científica y racional; en consecuencia, es preciso separar de ella toda noción mística o sobrenatural.

2. La instrucción es parte de esta educación. La instrucción debe comprender también, junto a la formación de la inteligencia, el desarrollo del carácter, la cultura de la voluntad, la preparación de un ser moral y físico bien equilibrado, cuyas facultades estén asociadas y elevadas a su máximo de potencia.

3. La educación moral, mucho menos teórica que práctica, debe resultar principalmente del ejemplo y apoyarse sobre la gran ley natural de la solidaridad.

4. Es necesario, sobre todo en la enseñanza de la primera infancia, que los programas y los métodos estén adaptados lo más posible a la psicología del niño, lo que casi no sucede en ninguna parte, ni en la enseñanza pública ni en la privada.

5. El propósito de la enseñanza es que los niños de ambos sexos tengan idéntica educación; que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades; que la humanidad femenina y masculina se compenetren, desde la infancia, llegando a ser la mujer, no de nombre, sino en realidad de verdad, la compañera del hombre.

6. La coeducación de pobres y ricos, que pone en contacto unos con otros en la inocente igualdad de la infancia, por medio de la sistemática igualdad de la escuela racional, esa es la escuela, buena, necesaria y reparadora.

7. Establecer la protección e instrucción higiénica en las escuelas. No se necesitan palacios relumbrantes; para difundir la instrucción bastan salas amplias, de luz abundante y aire puro, donde los escolares estén protegidos.

8. El juego es indispensable a los niños. Por lo que mira a su constitución, salud y desarrollo físico, todo el mundo estará conforme; pero acontece que únicamente para la atención en la cantidad de desarrollo físico que producen los juegos.

9. Es de vital importancia la preparación de los maestros y una vida y sueldo digno para ellos. El verdadero educador es el que, contra sus propias ideas y sus voluntades, puede defender al niño, apelando en mayor grado a las energías propias del mismo niño.

10. La escuela debe renovarse para renovar la sociedad, una sociedad que repruebe los convencionalismos, las crueldades, los artificios y las mentiras que sirven de base a la sociedad moderna.

11. Partiendo de una educación en solidaridad y de la igualdad, no hay que crear una desigualdad nueva, y, por tanto, en la Escuela Moderna no hay premios, ni castigos, ni exámenes en que hubiera alumnos ensoberbecidos con la nota de sobresaliente, medianías que se conformaran con la vulgarísima nota de aprobados ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados por incapaces.

12. Los niños y las niñas deben tener vitalidad cerebral propia, a fin de que cuando se emancipen de su racional tutoría, continúen siendo en el mundo social enemigos mortales de prejuicios de toda clase, propendiendo a formarse convicciones razonadas, propias, sobre todo lo que sea objeto del pensamiento.

13. El propósito culminante de la Escuela Moderna es fomentar la evolución progresiva de la infancia evitando los atavismos regresivos, que son como rémoras que opone el pasado a los avances francos y decididos hacia el porvenir.


La primera noticia de la existencia de la Escuela Moderna lanzada al público:

PROGRAMA


La misión de la Escuela Moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio.

Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales.

Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad.

Enseñará los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa máxima: No hay deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes.

En vista del buen éxito que la enseñanza mixta obtiene en el extranjero, y, principalmente, para realizar el propósito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad verdaderamente fraternal, sin categoría de sexos ni clases, se aceptarán niños de ambos sexos desde la edad de cinco años.

Para completar su obra, la Escuela Moderna se abrirá las mañanas de los domingos, consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en las luchas por el progreso.

A estas clases podrán concurrir las familias de los alumnos.

Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fructífera en lo porvenir, además de las condiciones higiénicas que hemos procurado dar al local y sus dependencias, se establece una inspección médica a la entrada del alumno, de cuyas observaciones, si se cree necesario, se dará conocimiento a la familia para los efectos oportunos, y luego otra periódica, al objeto de evitar la propagación de enfermedades contagiosas durante las horas de vida escolar.


Llamamiento de la Escuela Moderna a los intelectuales


«La Escuela Moderna hace un llamamiento vehemente a cuantos escritores amen la ciencia y se interesen por el porvenir de la humanidad, para que propongan obras de textos dirigidas a emancipar al espíritu de todos los errores de nuestros pasados y encaminar la juventud hacia el conocimiento de la verdad y la práctica de la justicia, librando al mundo de dogmas autoritarios, sofismas vergonzosos y convencionalismos ridículos, como los que desgraciadamente forman el mecanismo de la sociedad presente»


Conferencias dominicales para la instrucción popular


No se limitó la Escuela Moderna a la acción pedagógica. Sin olvidar un momento su carácter predominante y su objeto primordial se dedicó también a la instrucción popular, organizando una serie de conferencias dominicales públicas, a que acudían los alumnos, sus familias y gran número de trabajadores deseosos de aprender.


Sobre la enseñanza religiosa


«Se sabe con toda certeza que en esas escuelas laicas cuyo avance ya le arredra, no se enseña nada contra la religión ni el dogma; no preocupan allí tales cuestiones porque creen que los sentimientos religiosos deben nacer e infundirse a los pequeñuelos en el seno del hogar doméstico; hay en tales centros de enseñanza la sana convicción de que en ellos debe formarse el hombre de ciencia y de conocimientos humanos, al paso que la familia, y la sociedad luego, deben formar al hombre de creencias religiosas si esas son sus inclinaciones». El Brusi (El Diario de Barcelona)


Los escritos de Francisco Ferrer Guardia


L´espagnol practique (1895)

Enseigné par la methode Ferrer (1895)

Los pecados capitales (1900)

Cuento ateo (1900)

Ferrer y la Huelga General (1909)

Tras su muerte se publicaron las siguientes publicaciones:

La Escuela Moderna (1910),

Póstuma explicación (1910)

Alcance de la enseñanza racionalista (1910)

Aula Escuela moderna

«El maestro oficial no dirá lo que piensa, sino lo que le manden»



Juicio contra Ferrer Guardia

Manifestación de la Comisión Pro-Presos a favor de Francisco Ferrer Guardia, Barcelona, 1909, con motivo de los sucesos de la Semana Trágica.

Intervención de Pablo Iglesias en un mitin a favor de los apresados por los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona. Foto de la Fundación Largo Caballero.

Óleo de Ramón Casas

 

La Semana Trágica de Barcelona


(Texto resumido del capítulo La Semana Trágica del libro Los anarquistas españoles de Murray Bookchin. Numa ediciones, 2000)

El gabinete de Maura anunció el 11 de julio de 1909 que los reservistas se incorporarían al servicio activo en Marruecos. Los esporádicos enfrentamientos entre las tribus rifeñas y las tropas españolas venían sucediéndose desde hacía semanas. La atmósfera bélica era palpable, y no era un secreteo para nadie que los rifeños amenazaban las rutas de abastecimiento de las valiosas minas de hierro, que eran propiedad de los principales capitalistas españoles. Para los trabajadores españoles la perspectiva de verter su sangre en defensa de las posiciones coloniales de unos pocos magnates acaudalados no resultaba particularmente tentadora. La decisión de Maura provocó dramáticas escenas en Barcelona, principal puerto de embarque para Marruecos. Muchos reservistas eran trabajadores catalanes, sumamente pobres, cuyas familias no estaban en condiciones de prescindir ni siquiera por unos pocos días de quienes ganaban el sustento, y mucho menos de permitir que sus vidas fueran puestas en peligro en aventuras imperialistas. Un sentimiento profundamente antibelicista se extendió por todo el país. EL 18 de julio, Pablo Iglesias, un hombre que durante décadas había hecho de la prudencia la tónica de la política socialista, advirtió durante un mitin contra la guerra que si fuera necesario los trabajadores declararían una huelga general, con todas sus consecuencias.

El mismo día del discurso de Iglesias, los rifeños atacaron las líneas españolas de abastecimiento, convirtiendo lo que hasta entonces habían sido una sucesión de pequeñas escaramuzas en una guerra a gran escala. Las manifestaciones en el puerto catalán se extendieron a las estaciones de ferrocarril y a otras ciudades donde se reclutaban reservistas. La crisis se agudizó en Barcelona cuando el 21 de julio El Poble Catalá publicó una petición de los socialistas catalanes a la secretaría general de Madrid, llamando a la huelga general en toda España. Pasó casi una semana desde la advertencia de Iglesias, sin que la UGT se decidiera a tomar alguna decisión. Mientras tanto los disturbios aumentaban en todo el país. Según un editorial de el El Poble Catalá, la situación no era alentadora: «Se han cerrado las válvulas y el vapor se está calentando. ¿Quién sabe si explotará?». 

Unos anarquistas, José Rodríguez Romero y Miguel Villalobos Morena, que había pertenecido a la plantilla de la Escuela Moderna de Ferrer, decidieron constituirse como núcleo de un Comité de huelga. Reunieron fondos entre los militantes de Solidaridad Obrera y empezaron a recorrer la ciudad entrevistando a diferentes líderes para obtener su participación. Los socialistas catalanes, que habían estado esperando noticias de Madrid, no tuvieron otra alternativa que unirse al Comité. Quedarse al margen les hubiera supuesto perder la oportunidad de desempeñar un importante papel en el proceso de huelga.

El Comité de huelga se formó la noche de un sábado, y el lunes la huelga ya estaba en marcha. Durante las primeras horas de la mañana, delegaciones del Comité se presentaron en las puertas de las fábricas, exhortando a los trabajadores a unirse al paro. Los patronos cerraron sus fábricas una vez más para proteger sus propiedades, acrecentando, como ya había ocurrido en el 1902, las filas de los huelguistas. Los anarquistas asociados a Tierra y Libertad intentaron convertir la huelga en una insurrección, pero las autoridades arrestaron de inmediato a los más importantes activistas de este grupo por incitar a las masas al ataque de los cuarteles de la policía. De este modo fueron eliminados de la escena tan pronto como se inició la huelga. Los socialistas, por otra parte, temerosos de los "desórdenes anarquistas", trataron de limitar la huelga a una protesta antibelicista y consideraron todo intento de rebelión como aventurado.

Los acontecimientos iban a asombrar al mundo entero. Durante la semana comprendida entre el 26 de julio y el primero de agosto, Barcelona ofrecía el espectáculo de una insurrección a gran escala, una sublevación prácticamente espontánea que no recibía indicaciones apenas de los líderes sindicales o del Partido Radical. El primer día de huelga, el entonces gobernador, don Ángel Ossorio y Gallardo, dimitió de su cargo y se retiró muy irritado a su mansión veraniega en el Tibidabo. El Capitán General de Cataluña, receloso de la guarnición local, confinó a la mayoría de su tropa en los cuarteles, dejando las calles en manos de los revolucionarios.

La policía desapareció prácticamente de la escena, y en el Paseo de Colón un grupo de dragones se negó a obedecer la orden de abrir fuego contra la multitud. Las líneas férreas de entrada a la ciudad fueron dinamitadas, de modo que Barcelona quedó aislada por un tiempo de las guarniciones externas. En los distritos obreros se levantaron barricadas y se repartieron armas. Las mujeres desempeñaron un papel muy importante en la rebelión, y a menudo se unieron a los hombres en el momento de la lucha.

La interrupción de las comunicaciones entre Barcelona y el resto de España resultó ventajosa para el gobierno, quien tergiversó los hechos y presentó la sublevación como un movimiento exclusivamente autonomista. Los obreros y campesinos no catalanes, apaciguados por esta falsa imagen de los sucesos, no tomaron ninguna iniciativa para apoyar a los revolucionarios. Con la excepción de un grupo de trabajadores de las ciudades cercanas, el proletariado de Barcelona luchó solo y lo hizo con gran coraje e iniciativa. El miércoles 28 de julio llegó a la ciudad un importante destacamento de tropas que se desplegó para ir al encuentro de los insurrectos. La intensa lucha se prolongó hasta bien entrado el día siguiente. En las barriadas de Clot y Poble Nou la resistencia de los trabajadores fue tan tenaz que fue necesaria la artillería para despejar las barricadas, y después de que éstas fueran arrasadas, la lucha continuó en el interior de los edificios y en las azoteas. UGT, la UGT, única federación obrera de ámbito nacional por entonces, no emitió ningún llamamiento a la huelga general hasta la noche del martes 27 de julio, dos días después del levantamiento de Barcelona. El llamamiento no fue distribuido hasta el miércoles, y fijaba la huelga para el lunes siguiente, 2 de agosto, dos días después de que la insurrección de Barcelona hubiera sido reprimida.

 Los objetivos de la insurrección estaban poco claros. Para los socialistas, como hemos dicho, se trataba de una sublevación en contra de la guerra; para los anarquistas, una revolución social, y para los republicanos, un ataque contra la monarquía. El martes 27 de julio se desencadenó una violenta persecución anticlerical que continuaría hasta el fin de la misma sublevación. Antes de terminar la semana, alrededor de ochenta iglesias, monasterios e instituciones católicas benéficas fueron destruidas. El pueblo asociaba a la Iglesia con el terror y la tortura, lo que dio lugar a numerosos incidentes macabros.

 La lucha en Barcelona llegó a su fin el sábado 31 de julio. Cuando la Semana Trágica finalizó, la policía registró un saldo de bajas de sólo 8 muertos y 142 heridos. La cifra oficial de muertes entre la población civil fue de 104, pero es casi seguro que estas cifras fueron manipuladas y deben ser contrastadas con los 600 muertos de los que hablan otras fuentes, tal vez exageradas. El número de heridos no se conocerá nunca. Aunque la prensa reaccionaria exigía que se castigara «la furia del diablo con la furia de Dios», en realidad sólo dos monjes fueron asesinados deliberadamente.

Tan pronto como terminó el alzamiento se establecieron tribunales militares para castigar a los revolucionarios: 1725 personas fueron acusadas por los tribunales militares y 214 escaparon a la persecución del ejército y no fueron nunca capturadas. Durante las investigaciones, los tribunales tuvieron que retirar los cargos sobre 469 personas y poner en libertad a otras 584. El resto de acusados, alrededor de 450, fueron juzgadas y condenadas a los más variados periodos de reclusión; 17 fueron condenados a muerte, aunque sólo se ejecutó a 5.

En cuatro de los casos en que se aplicó la pena capital, los procesos carecieron de bases judiciales: las víctimas fueron ejecutadas no porque hubiesen cometido las graves ofensas de que fueron acusadas, sino porque las autoridades querían que sirviesen de ejemplo. Los militares, al parecer, habían decidido ejecutar a una persona por cada incidente importante. La selección de víctimas fue muy arbitraria. La quinta y última persona en ser ejecutada fue Francisco Ferrer i Guardia. Ferrer había permanecido en el extranjero entre marzo y julio de 1909. Había regresado a Barcelona para visitar a su cuñada enferma y a una sobrina que estaba muy grave. Durante la insurrección pasó la mayor parte del tiempo en su casa de campo, situada a unos veinticinco kilómetros de Barcelona, y sus movimientos fueron controlados muy de cerca por la policía.

 El gobierno y el clero le odiaban y era obvio que intentaría destruirle. Cuando fue capturado el 31 de agosto, después de permanecer durante cinco semanas escondido en su masía, los prelados de Barcelona enviaron una carta a Maura exigiendo públicamente una acción enérgica contra Ferrer y su Escuela Moderna. La respuesta de Maura fue la siguiente: «el gobierno obrará de acuerdo con el espíritu de vuestra carta y las líneas de conducta que señaláis».

Irónicamente, la sublevación de Barcelona podría haber revitalizado el agonizante sistema del turnismo -del mismo modo que la rebelión federalista de 1873 lo había propiciado- si no hubiera sido por las maquinaciones políticas del joven rey Alfonso XIII. Su evidente intervención en asuntos parlamentarios asestaría un golpe fatal a la política electoral, conduciendo directamente a la dictadura de Primo de Rivera de los años veinte.


Bibliografía


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© Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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