Ir a erotismo en el arte

 

Erotismo en el arte egipcio antiguo

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

 

Museo de Nueva York

Pintura. Metropolitan Museum de New York

Los rituales de iniciación del hombre
para el disfrute de la sexualidad.
Mujeres en una escena de banquete. Tumba de Nakht. Dinastía XVIII, hacia 1390 a.C.

Grafitis realizados por obreros de una tumba sin terminar encargada por Senenmut:. Hatshepsut y Senenmut

 

A partir de la creación del mundo para los antiguos egipcios


Todo estaba sumido en la más lúgubre oscuridad. En un momento incierto, de la nada surgieron las aguas primordiales del Nun, el no-ser. Entonces todo el universo se cubrió por una gran extensión de agua: se había dado el primer paso hacia la vida. El dios solar Atum, se auto creó viniendo a dar luz a un mundo recién nacido en donde solamente estaban él y las aguas primordiales. En un acto reflejo, en un deseo de compartir su vida con más personas y dar pie a una dinastía de dioses, el dios Atum se masturbó dando vida a los dioses Shu, el aire, y Tefnut, el agua. A su vez, de éstos nacieron Geb, la tierra, y Nut, el cielo. Relatado de una forma tan brusca, los sacerdotes del templo solar de Heliópolis, cerca de El Cairo, han dejado para la posteridad el nacimiento del mundo y de sus elementos principales. Partiendo de una base tan libidinosa, no es de extrañar que los antiguos egipcios vieran en el sexo una elemento de lo más normal en sus vidas cotidianas.

Procreación, fertilidad y erotismo

El arte, los textos y la propia religión, nos advierten de que los antiguos egipcios daban al sexo la importancia que se merecía. El acto sexual, según las evidencias disponibles, se representó de una manera natural, en dibujos y pinturas (especialmente en ostraca  y papiros), escultura (en piedra, barro o cerámica) y objetos de fayenza (estatuillas y "objetos fálicos"). En cambio, la "cerámica erótica" es casi inexistente en el Valle del Nilo, aunque en la colección de erotica aegyptiaca de el Museo Egipcio de El Cairo, se cuenta un fragmento de vaso de terracota, con un hombre y una mujer en el acto del coito vaginal).

En los albores de la civilizacion egipcia, o sea al periodo pre-dinástico y nos encontramos una serie de estatuillas de mujeres desnudas, estas estatuillas eran de barro o marfil se puede apreciar que se marcan muy bien los atributos femeninos, haciendo hincapie en la zona pubica, y  hombres dotados de un enorme pene interpretados como un llamamiento claro a la fertilidad.

Un caso peculiar es el de la prostitución. Según los historiadores, en la llamada Época Predinástica (en el período comprendido entre el año 4500 y el 3000 a. C.), esta tuvo al parecer un carácter sagrado. Diversos grabados nos muestran cómo se realizaban ceremonias religiosas casi orgiásticas, en las que las sacerdotisas se estimulaban incluso con objetos con formas fálicas. Estas mujeres eran las llamadas palácidas, destacaban por su belleza y su origen aristocrático, y su finalidad era la de participar en los rituales de la siembra para estimular el mítico poder fertilizador del río Nilo.

Las llamadas "figuras eróticas", la mayor cantidad de piezas representa "figuras (humanas, divinas/sobrenaturales) fálicas", esto es, seres (humanos o no) siempre itifálicos. Ocasionalmente, la entidad itifálica posee un miembro viril de proporciones descomunales, que es sostenido por uno o más personajes subalternos o por su compañera (p.ej., grupo CGCairo 27359)[5]. Asimismo, existen "figuras vaginales" en las que, sin mostrar una posición erótica precisa, se reconoce fácilmente la "actitud obscena"; mujeres sentadas exhibiendo genitales muy marcados o reclinadas en posiciones "provocativas". Aquí deben destacarse los llamados "grupos obscenos", integrados generalmente por una pareja humana teniendo sexo o en poses sensuales; p.ej., una mujer de pie que toma el falo desproporcionado de su compañero sedente.

Se han encontrado varias pinturas eróticas en los restos del antiguo burdel de Deir-el Medina. Pero las más célebres son las que representan a la reina Hatshepsut practicando el coito anal con uno de los hombres más poderosos de su corte, un arquitecto y alto funcionario llamado Senenmut. A día de hoy sabemos por algún escrito que él estaba profundamente  enamorado de su soberana, y parece ser que sus contemporáneos pensaban que la relación entre ambos era íntima. Estos grafitis fueron realizados por los obreros de una tumba sin terminar encargada por Senenmut. Irritados porque no les pagaba su sueldo, los trabajadores se vengaron de su empleador caricaturizándole desnudo y practicando el sexo con la reina. Hoy día, algunos historiadores creen que la hija de Hatshepsut, Neferuna, pudo ser fruto de ese amor adúltero.

Mujeres en la taberna

Más frecuentes que los burdeles eran las llamadas “casas de cerveza”, donde tanto hombres como mujeres disfrutaban de la conversación y de esta bebida, tan popular en Egipto que los faraones tuvieron que incluirla en el menú de sus obreros. Hay que señalar que las mujeres que allí se reunían para “tomar copas” no eran prostitutas. Aunque la preeminencia del varón era evidente en la sociedad egipcia, ellas gozaban de una cierta libertad si se compara con su situación en otras sociedades antiguas. Y entre sus libertades estaba la de gozar de la vida social, de la bebida y de sus consecuencias. Resulta conveniente decir que la embriaguez también parece que era una realidad entre la población femenina. De hecho, hay una tumba tebana en la que se ha encontrado un grabado que muestra a una mujer ebria que vomita mientras es atendida por una sirvienta.

Seth, el dios violador

Un caso especial es la homosexualidad. Los historiadores no tienen indicios suficientes para saber si era aceptada con naturalidad o si, por el contrario, provocaba rechazo. Conocemos, por ejemplo, en el terreno de la mitología que Seth, el dios de la fuerza bruta, forzó a Horus, deidad celeste, lo que provocó la humillación de este.

En el ámbito de la vida cotidiana, las referencias a las relaciones entre personas del mismo sexo son escasas. Una de las pocas que existen es un texto conocido como El demandante de Menfis. Cuenta la historia de un rey llamado Neferkara que cada noche acudía a casa de Sasenet, uno de sus generales.

Ostracones


 En arqueología se emplea el término ostracon para designar los trozos de cerámica (o fragmentos calcáreos) que se utilizaban como borradores para aprender a escribir o pintar. Los ostracones son muy numerosos y son una fuente de información muy útil.

En el Antiguo Egipto el término se aplica a los fragmentos calcáreos, o de cerámica, sobre los que los escribas o los aprendices esbozaban sus dibujos o textos, para evitar el alto coste del papiro.

A la izquierza, bajo estas líneas, Muchacha con laúd; caliza, altura 10,5 cm, Deir el Medina, Excav. de B. Bruyére (1934), Din. XIX-XX. Piso Superior, JE63805, Museo de El Cairo. Se trata de un ostracón singular y único en su género que muestra a una muchacha o intérprete de laúd en una perspectiva que rompe o se aparta de los cánones establecidos por el arte egipcio. La chica medio desnuda vista en escorzo superior.



La diosa Hathor


La diosa con más tradición en este sentido fue Hathor, identificada con un sinfín de divinidades femeninas locales lo que provocó una difusión abrumadora de sus seguidores. Esta diosa era protectora de las mujeres, protectora de las fiestas, la bebida, el amor y toda clase de desenfrenos de los que solía participar un egipcio en vida. Los griegos la identificaron con su Afrodita. De forma muy similar, el dios Bes, posiblemente de origen extranjero -fenicio o nubio-, era el patrón de las alcobas conyugales, de los bailes, las fiestas y protector de las parturientas junto a la divinidad femenina Tueris. Se le representaba de frente como un enano grueso y barbudo, sacando la lengua y en ocasiones tocando algún instrumento.



Tres flautistas en la tumba del noble tebano Nakht (1400 a. C.)

Papiro funerario de la reina Henut-tawy. El dios de la tierra Geb se hace una autofelación para generar más divinidades con su semen. Tercer Período Intermedio, dinastía XXI, 1000 a. C. Museo Británico de Londres.

Una joven asiste a su señora en la tumba de Rekhmira (TT100) del Valle de los Nobles. Es la única representación de un trasero en la pintura egipcia. XVIII dinastía ca. 1450a. C.


(1292-1075 a. C.)

Reconstrucción

El Papiro de Turín


Se encuentra en el Museo Egipcio, en Turín, y también se conoce como Canon Real o Papiro de Turín. Es un rollo de papiro de 170 centímetros de largo y 40 de ancho, y está roto en 160 fragmentos, fechado en época de Ramsés II (1292-1075 a. C.) y descubierto en 1822 en Deir El-Medina, cerca de Luxor, una población que albergaba a gran cantidad de obreros que trabajaron en el Valle de los Reyes. Junto a él aparecieron trozos de cerámica y piedra también con dibujos eróticos. El papiro no se dio a conocer hasta el año 1973 por su alto contenido erótico.

La importancia fundamental del papiro es que menciona los nombres de los faraones que reinaron Egipto, pero también los dioses que les precedieron, los semidioses, y los seguidores de Horus. Contiene los nombres reales de todos sus gobernantes, incluyendo los faraones menores y los usurpadores.

Los dos tercios de la izquierda están ocupados por una docena de escenas sexuales muy explicitas; prostitutas trasportando el cuerpo de un hombre, agotado después de mantener relaciones, acoplamientos en posturas dignas de un equilibrista, hombres de penes enormes y mujeres de gran belleza. Se supone que las imágenes narran las aventuras de un visitante a uno de los burdeles de Tebas. Se pueden ver imágenes de grupos de bailarinas prácticamente desnudas que ejecutan enigmáticas danzas. Se conoce que en todas las fiestas de la clase alta había bailarinas y acróbatas que iban desnudas o vestidas con redes de pescador decoradas con perlas. No se sabe con seguridad pues los textos que las describían apenas se conservan.

Son varias las representaciones de mujeres que practican el sexo mientras sostienen instrumentos musicales en sus manos, lo que hace pensar que quizá esta fuera una de las habilidades de las prostitutas para atraer clientes. Y junto a ellas aparecen figuritas que reproducen a arpistas que apoyan el instrumento musical en desproporcionados penes.

El significado e interpretación que debe darse a esta vasta tipología erótica está muy disputado. De este papiro siempre se reprodujo el registro superior, de carácter "satírico", omitiéndose pudorosamente el importante registro inferior, que enseña la única representación conocida de un prostíbulo en tiempos faraónicos. Allí, los altos dignatarios de la corte y los grandes sacerdotes retozan con prostitutas profesionales, exhibiendo sus penes erectos y de tamaño desproporcionado, quizás como una burla a su incontinencia -porque nos parece obvio que, en este caso, el descomunal tamaño de sus miembros viriles no tiene el mismo sentido que en las "figuras obscenas" -. Cada uno de los personajes ilustrados está acompañado por un breve texto que reproduce el diálogo amoroso; p.ej., una de las prostitutas le dice a su pareja, quien la penetra por detrás mientras ella se apoya sobre sus extremidades: "¡Ven y hazme el amor por atrás!": ¡una frase que pareciera salida de algún video-porno moderno! Este notorio documento, actualmente muy fragmentado pero magistralmente reconstruido, lamentablemente es de procedencia desconocida. Dado el contenido y el estilo, tanto artístico como epigráfico, y gracias a que contamos con muchos diseños eróticos sobre ostraca que provienen de la villa obrera de Deir el Medina (Tebas Occidental), que están bien datados en el Reino Nuevo Tardío (Período Ramésida en adelante), al igual que el papiro en cuestión (fechado en el reinado de Ramsés II), no es improbable que este último también provenga de la región tebana, y, porqué no, de la mano de algún artista-escriba asignado a aquella villa obrera o a los templos funerarios soberanos de la orilla occidental.


Reconstrucción de escenas del Papiro de Turín

332 a 30 aC

Músicos eróticos. Periodo Ptolemaico. 305-30 aC

El erotismo en el periodo ptolemaico. 332 a 30 aC.


La dinastía ptolemaica es aquella fundada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno. Esta dinastía gobernó en Egipto durante el período helenístico desde la muerte de Alejandro hasta el año 30 a. C., en que se convirtió en provincia romana. También se le conoce con el nombre de dinastía lágida, pues Lagos se llamaba el padre (o presunto padre) de Ptolomeo I.

Ptolomeo I estableció la capital de este reino en Alejandría, un pequeño pueblo en aquella época que se transformó en el principal centro comercial e intelectual de la antigüedad.

Esta dinastía adoptó desde el principio las costumbres egipcias y fue una constante enemiga de la dinastía macedonia seléucida. Durante el reinado de uno de sus monarcas (Ptolomeo V) fue cuando se publicó (en el 197 a. C.) un decreto en tres tipos de escritura sobre una piedra negra que se conoce hoy en día como Piedra de Rosetta. En algunos momentos de su historia, la dinastía dominó Cirenaica (al noreste de la actual Libia), así como el sur de Canaán y Chipre.

Su último gobernante fue la célebre Cleopatra. Tras su muerte y la de su hijo, Cesarión (Ptolomeo XV), la dinastía concluyó y Egipto fue anexionado por Augusto al Imperio romano.

Es en la época ptolemaica (a partir del 332 a. C.) cuando aparezca el erotismo de forma abundante en la escultura grecoegipcia.


Grupo erótico. Alexandria. Época grecorromana. Brooklyn Museum.

Relieve de pareja copulando. tal vez exvoto  o un depósito de tumba. Brooklyn Museum  


El dios Min. El Itífalo


Un itífalo (pene erecto, del griego) es un amuleto colgante en figura de pene que, según Plinio, colgaban los antiguos al cuello de los niños creyendo que les preservaría de ciertos males. Con el mismo objeto lo usaban los emperadores y se ponía igualmente uno en los carros triunfales. Las vestales también lo llevaban, y lo adoraban como a una divinidad, persuadidas que las defendía de la  envidia.

El dios Min, egipcio, fue representado como hombre de piel negra o verde manteniendo el falo erecto, sobre un pedestal, y portando corona de dos largas plumas y flagelo. En algunas ocasiones se representa como un toro negro o un león. Era de las deidades egipcias más antiguas, su culto se remonta a la época predinástica; procedía de Coptos, cerca de la ruta caravanera del Uadi Hammamat donde era el protector de los viajeros mercaderes y de los mineros. Min era un dios lunar relacionado con el calendario. Estaba vinculado a la realeza pues aseguraba la abundancia. Se le consideraba hijo de Ra, o de Shu, y Jentit-Iabet era su madre-esposa; formaba pareja con Repit en Atribis, y con Aperetisis en la época griega, siendo su hijo Kolanthes. También formaba tríada con Kadesh y Reshep. En una estela del museo del Louvre se le cita como hijo de Osiris e Isis.

Su iconografía ha sido bastante estudiada gracias al gran número de piezas arqueológicas encontradas hasta el día de hoy. Los antiguos egipcios lo plasmaron como un hombre de una sola pierna y un solo brazo que presentaba un gran falo erecto. Esto hace referencia a la historia de Min antes de convertirse en Dios. Min no puede marchar al combate con el resto de hombres de su pueblo por ser cojo. Mediante algunas argucias, consigue dejar embarazadas a todas las mujeres del pueblo. Al regresar de la guerra los hombres del poblado vieron lo que había sucedido. Como castigo le cortaron uno de sus brazos. Con el paso de los años, entendieron que lo que había hecho Min era asegurar la descendencia del pueblo. En muchas tradiciones y culturas la fertilidad siempre ha estado vinculada a la figura femenina. Por este motivo es importante el caso del dios Min, donde el vigor y el apetito sexual masculino se sitúa en un primer plano.


Min, 664-332 aC. Museo Arqueológico de Madrid. Foto de Enrique Mz-Salanova

Estela con los dioses Min, Qadesh (Siria) y Reshef (Canaán), en Deir el-Medina, Egipto.


Detalle del papiro funerario de Tamenio, British Museum. El dios de la Tierra Geb y la diosa del cielo Nut, en posición arqueada.

Con el color verde característico de Geb. (III periodo intermedio XI-VIII sec.

Geb es una de las más antiguas deidades egipcias, siendo la personificación de la Tierra. Es el marido de Nut, otra de las deidades originales. Es el padre de cuatro de los más importantes dioses egipcios: Seth, Osiris, Isis y Netfis. En la antigua religión egipcia, el dios de la Tierra y el soporte físico del mundo.

Geb y su hermana Nut pertenecían a la segunda generación de deidades en Heliópolis. En el arte egipcio solía representarse yacente a los pies del dios del aire, Shu, con Nut, la diosa del cielo, arqueada sobre ellos. Era el tercer gobernante divino entre los dioses y los faraones afirmaban descender de él. 


Los colosos de Coptos


En Coptos, ciudad próxima a Tebas, en pleno Alto Egipto, excavando en la zona del templo, el famoso Flinders Petrie encontró en 1894, entre otras piezas de alto valor, los fragmentos de tres estatuas gigantescas talladas en piedra caliza. Lo sorprendente del hallazgo aconsejó a su descubridor especular con aquellos seres monstruosos.

Representaba cualquiera de ellas un cuerpo de varón desnudo, incluso más que desnudo. Cada imagen solo estaba vestida con el consabido ceñidor, la prenda que la imaginería más antigua tenía reservada para subrayar el contraste con lo que al desnudo pudiera quedar, algo de lo que las buenas costumbres enseñan que conviene no exhibir aun en la mejor edad. Sostenían aquellos extraordinarios hombres con una mano una vara de madera, o un objeto similar, hoy desaparecido, y con la otra con seguridad su propio pene erecto, fabulosa pieza tallada aparte en piedra y que desgraciadamente en todos los casos también había desaparecido, pero de tal manera alojada en la imagen cuando se talló que representaba sin duda ser propio, porque el ánima donde encajaba el cilindro ha quedado como mudo testimonio, horadado en el lugar correspondiente al pubis, de la grandeza del miembro.

Las piezas están en el Ashmolean Museum, de Londres


Venus ptolemaica


Arte ptolemaico. Figura de terracota de Baubo, una mujer enseña su sexo. Encontrada en Grecia, lo más probable es que llegara de Egipto,  En la tradición orphica de la mitología giega, Baubo (en griego antiguo  Βαυϐώ/Baubố es una figura femenina asociada a los misterios de Eleusis y a la historia de Demeter y Coré.

La dinastía ptolemaica es la fundada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno. Gobernó en Egipto durante el período helenístico desde la muerte de Alejandro hasta el año 30 a. C., en que se convirtió en provincia romana. También se le conoce con el nombre de dinastía lágida, pues Lagos se llamaba el padre (o presunto padre) de Ptolomeo I.

Ptolomeo I estableció la capital de este reino en Alejandría, un pequeño pueblo en aquella época que se transformó en el principal centro comercial e intelectual de la antigüedad. Esta dinastía adoptó desde el principio las costumbres egipcias y fue una constante enemiga de la dinastía macedonia seléucida. Durante el reinado de uno de sus monarcas (Ptolomeo V) fue cuando se publicó (en el 197 a. C.) un decreto en tres tipos de escritura sobre una piedra negra que se conoce hoy en día como Piedra de Rosetta.

Referencias


BOURDIEU, Pierre; Darbel, A. 1969; L´amour de l´art. Les musées d´art européens et leur public, Minuit, Paris.

MACLEAN, G.B, 1970; Iconographie populaire de l´érotisme, Maisonneuve- Larose, Paris.

NACHO ARES. 1997. Misterios de la Arqueología y del pasado, nº 7 abr. 1997

PARRA JM. 2001. La vida amorosa en el antiguo Egipto. Ed Aldebarán. Madrid.

STRAZ, C.H, 1926; La figura humana en el arte, Salvat, Barcelona.