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Importancia del cine en la educación

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

El cine en las aulas Investigación en las aulas  DVD y vídeo Enseñando a ver cine Títulos y rótulos

El puntero de don Honorato/Bibliografía


 

El cine en las aulas


El cine nació como espectáculo y diversión en el que se aplicaban los descubrimientos de la época. El cine es, al mismo tiempo, un verdadero arte desde sus comienzos. El cine, también desde su inicio es documento de la vida de la época. Estas tres características, la documental, la artística y la festiva las ha conservado en el tiempo y en la ilusión de todos los que se implican en su mundo, los que lo fabrican y los espectadores.

En los primeros tiempos del cine, en España hasta muy avanzados los años treinta, el cine era cosa de feriantes. Las barracas de las ferias acogían al público que pretendía ver lo imprevisto, el más difícil todavía. Pasen y vean: al lado de la mujer barbuda y de otros espectáculos de la época se proyectaban en salas oscuras y misteriosas escenas de la vida cotidiana, de ejercicios circenses, de la gente de la calle, o algo más picantes, los primeros besos cinematográficos, el pintor y su modelo... Una ingenuidad que respondía por una parte a la necesidad de ver la realidad en un ambiente fantástico, desconocido hasta el momento por el gran público y por otra al afán de divertimento oculto, de capricho clandestino, que las sociedades poseen cuando quieren olvidar su realidad cotidiana.

 Los pioneros del espectáculo

Siglos antes, en algunos casos desde la antigüedad, ya los filósofos, científicos e inventores habían puesto en práctica sus descubrimientos al servicio de la imagen. La cámara oscura se conocía desde siempre, aunque en su variante de proyección de exteriores iluminados por el sol su desarrollo crece en el siglo XVI y las primeras imágenes fotográficas, aún sin fijar, se realizaron en 1803. Los espectáculos en la oscuridad con el maravilloso invento de la linterna mágica son utilizados para proyectar cuadros ya en el siglo XVI. Desde la antigüedad se conocía también la persistencia de la visión en la retina, clave para entender la imagen en movimiento.

El siglo XIX lleva los inventos al mundo del espectáculo, reuniendo los ingredientes anteriores, cámara oscura, fotografía, lentes, proyección y las ilusiones visuales en ruedas que dan vueltas para delicia de los salones de la aristocracia, y más tarde para un público ávido de sensaciones en las sesiones de magia y prestidigitación. Se utilizaron así artilugios que hoy conocemos y que, perfeccionados, seguimos utilizando como medios audiovisuales. Los ilusionistas utilizaron los inventos en salas oscuras y llenas de emoción en proyecciones sobre humo, utilizando espejos, engañando con sus trucos ópticos al crédulo público del momento.

Fue la herencia que el cine, ‘es el único arte (Cabrera Infante 1997) que nació de la tecnología’, recibió en sus comienzos, cuando se asombraban los habitantes de París por primera vez, y más tarde los de todo el mundo sobre las maravillas que se podían ver, proyectadas sobre una sábana en una sala oscura.

 La entrada en el mundo del cine

Entrar en el mundo del cine abre a las personas un universo apasionante. La mayoría tiene un contacto con el cine, limitado a la asistencia esporádica a salas comerciales, a ver la película de actualidad en compañía de sus grupos de amistades. En muchos casos, preparados para consumir durante la función un soberano paquete de palomitas de maíz, prevaleciendo la cultura americana sobre la española, a la que sustituye eliminando el consumo de pipas de girasol.

Esa es solamente la puerta de acceso al fascinante mundo del cine. Al comprar la entrada, ya se inicia en la persona un procedimiento, un proceso de implicación que no debe quedar en la simple visión de la película.

El mundo del cine es al mismo tiempo industria y arte, espectáculo y pensamiento. En este texto intentaremos adentrarnos en ese mundo apasionante desde un punto de vista muy particular. El del desafío que desde el mundo de la educación en todas sus variantes puede aportar a que quienes van al cine, pequeños, adolescentes o mayores... Para que todos se interesen por lo que hay detrás de la sala cinematográfica y de la pantalla, para que quienes no van al cine, acepten esta entrada, aun cuando fuera a través de la televisión. Para que esta invitación de introducirse en una sala oscura, sea el punto de partida, como el de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, el ingreso en el fascinante mundo que se le abre.

 El cine sigue vivo

Durante años, cerca de dos décadas, disminuyó la entrada de espectadores en las salas comerciales. Se habló de la caída en picado, de la muerte, del cine. Atribuido a muchas causas, entre ellas al auge de la televisión, lo cierto es que el cine se encontraba en baja forma. Se hundieron las grandes productoras, se dejaron de realizar superproducciones y los estudios se dedicaron casi exclusivamente al telefilme. Han transcurrido cerca de tres décadas para que los cines se vuelvan a llenar. Sin entrar en razones ni pretender explicar ninguna posibilidad, sí se habla de la vuelta al cine espectáculo, a la utilización de nuevas tecnologías aplicadas a los efectos especiales. No olvidemos tampoco los nuevos estilos de promoción y marketing ni el establecimiento de nuevas formas de construir las salas, los minicines y las grandes superficies dedicadas a proyección, los multicines, con multitud de ofertas en el mismo lugar. Las productoras invierten cantidades ingentes de dinero en campañas publicitarias y marketing, llevando al espectador hacia las salas comerciales. La sala cinematográfica está más cerca del consumidor. Es posible que nuevas formas de narrar historias, líneas argumentales más acordes con las sensaciones y sentimientos actuales, montajes de ritmo trepidante, la tecnología aplicada al sonido, tanto en su composición como en su emisión en las salas cinematográficas, efectos especiales de sonorización, hayan atraído otra vez al público, a una mayoría de personas jóvenes, a un cine diferente. Al mismo tiempo, la connivencia entre cine y televisión se hace cada día más palpable. Un ejemplo, la ‘Disney’ se negó durante años, o lo hizo con reticencia, a pasar sus películas a vídeo. Hoy las promociona y vende a los pocos meses del estreno, siendo una de sus mayores fuentes de ingreso.

Aunque muy dignos de respeto, algunos puristas no valoran, rechazan más bien, la nueva forma de hacer y presentar el cine. Sin embargo, es incuestionable pensar que el cine se basa en una gran industria, que necesita incentivos económicos, o lo que es lo mismo, que los cines se llenen. Muchos directores e intérpretes que en la actualidad son libres para producir, hacer o interpretar lo que desean, han sido durante muchos años colaboradores o autores de películas exclusivamente alimenticias y comerciales o se han dedicado a hacer spot publicitarios.

El desafío es volver al producto de calidad. Al lado de un cine comercial, promocional, lleno de efectismo, se mantienen otros tipos de cine, como el de autor, el independiente, el que trabaja con escasos medios, el que no depende de las grandes productoras, el que se fija normas estrictas para no utilizar nuevas tecnologías, etc. Surgen movimientos independientes, paralelos o contrarios a la industria oficial, los países más pobres siguen haciendo intentos de expresar mediante películas sus problemáticas, se continúa luchando contra el poder político y el de la censura y se encuentran productos de cine fresco, joven, que rezuma interés aunque no alcance en algunas ocasiones la técnica de moda ni se exhiba en salas comerciales.

El cine sigue vivo. Es osado predecir que ya no se harán películas de calidad. Los tiempos cambian pero aportan nuevos aires, nuevos medios, ideas frescas, problemas diferentes, que azuzan al elemento creativo que tiene el cine a buscar caminos diferentes. Los años decantarán los productos que merezcan pasar a la historia del cine. Si vuelve la alegría a los productores, se arriesgará el dinero con mejor fortuna, y habrá menos miedo a crear obrar de arte aunque el beneficio comercial sea menor. De momento, disfrutemos, critiquemos y aprendamos con lo que tenemos.

 Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor

Recordemos un poco el pasado para apreciar que no siempre las modas estuvieron de acuerdo con lo que los entendidos proclamaban. “El tercer hombre” de Carol Reed, hoy película de culto, fue rechazada radicalmente por la crítica especializada de su tiempo obligando a su director a dedicarse a hacer cine comercial. Hace años, cuando nos dedicábamos al cine-club, estaban proscritas películas que hoy consideramos de culto, ya sea por ser musicales, o de aventuras, o infantiles, o sin contenido filosófico o social... Se podrían poner infinidad de ejemplos de cine mal considerado en su momento que ha pasado a la historia con mucha dignidad o como verdadera obra de arte. También los cineastas del cine mudo temblaron cuando llegó el sonoro, incluido Charles Chaplin. Cayeron muchos y se tambalearon todos pero el cine se rehizo, y ni el sonido ni el color han dejado de permitir joyas del cine. Las mismas ideologías dominantes han aceptado o rechazado filmes de categoría cinematográfica indiscutible por su determinado planteamiento filosófico o político.

 El cine y el vídeo, o el DVD, o...

No nos cerremos nunca a nada. No olvidemos que hay muchos, y cada vez habrá más y mejor, modos de ver películas.

Decíamos: una película hay que verla en el cine. En un lugar preparado para ello. Qué mejor que el ambiente, la sala oscura, la necesidad de salir de casa especialmente para la ocasión, dejar la televisión... El hecho positivo de decidir ir al cine ya es importante en sí, la calidad de la imagen, la pantalla grande, el magnetismo de la pared blanca, el sentirse inmerso en los acontecimientos que se suceden en la película... La magia de la sala comercial, la oscuridad el adentrarse en los ambientes y los nuevos sonidos que te sumergen en el ambiente.

En casa en la televisión, aún en vídeo, sin cortes publicitarios, es difícil establecer la misma relación con el argumento, con la técnica que en el cine.

Sin embargo, la tecnología mejora a tal velocidad que nuestros esquemas sobre el cine pueden llegar a caer en gran medida.

 Todo está filmado o se puede filmar

Es difícil descubrir un solo tema o núcleo de contenidos que no esté tratado de alguna forma en el cine. Siempre es posible encontrar películas o documentales, que permitan su utilización como punto de partida en un debate, o como rasgo, dato o documento en una investigación o estudio.

Sin embargo, el cine como tal, es decir el cine cuyo soporte material se basa en el celuloide es cada vez más difícil de utilizar, dada la dificultad y coste económico que entraña la búsqueda de proyectores, operadores y películas. Al mismo tiempo cada vez se hace más fácil y eficaz la tecnología que nos permite ver el cine a través del vídeo o la televisión. Por esta razón en esta comunicación, siempre que se hable de cine, se entenderá que indistintamente podemos estar relacionándolo con su sucedáneo el vídeo, y en un futuro inmediato con cualquier otro soporte adecuado, como el DVD, que está sustituyendo al vídeo y que cuando los lectores de este libro lo tengan en sus manos casi habrá acabado con él.

En vídeo se ha publicado casi todo lo que en el cine hay de importante. Podemos analizar la infancia marginada con “El Chico”, de Charles Chaplin, la educación con “El pequeño Salvaje” de Truffaut, los valores por los que se mueve determinado tipo de juventud por “Historias del Kronen”, de Armendariz, o la dureza de la familia, la educación y la superación personal en “Padre Padrone”, de los hermanos Taviani. Podríamos citar cientos de films de todas las épocas, algunos que se están estrenando actualmente, en los que la historia que se cuenta y las imágenes que la sustentan se confunden en un maremagnum de estética, ideas, arte y contenidos. 

 

La vida humana, el cine, y el principio de la investigación en las aulas


La imagen en movimiento, sus mensajes, sus ideas técnicas  y sus contenidos son elementos de indiscutible valor y de indispensable estudio en las aulas. Es una de las estrategias interdisciplinares por excelencia, vía para lograr la transversalidad, y al mismo tiempo base y fundamento de análisis y estudio de cualquiera de las áreas de un programa de trabajo. El cine refleja la totalidad, pues su fundamento es contar dramas humanos con tecnologías y lenguajes diversos a los tradicionales. El cine, como comenta MacLuhan en “El aula sin muros”, complementa conocimientos, integra ideas y lenguajes. El cine puede hacer comprender mejor una obra de teatro, un drama escrito, y al mismo tiempo puede incitar a leer la obra literaria que ha servido de base al film.

El cine es el gran desconocido por demasiado cercano. En los primeros años de su historia se proyectaban las películas en barracas de feria; por ello era rechazado por la gente "culta". Más tarde se hicieron cargo de él los intelectuales, descubriendo las posibilidades artísticas y culturales, y desarrollando el pensamiento cinematográfico. En el cine lo poseemos todo: el espectáculo, la aventura, el arte y el razonamiento. tenemos dónde elegir, pero hay que entrar en él con seriedad, con investigación y con esfuerzo, ya que aporta a la cultura unas formas de comunicación y de lenguaje que de otra manera y por otros caminos sería imposible conocer y aplicar en las aulas.

Aún así, los primeros tiempos del cine sirven para analizar toda aquella vida que se apreciaba desde diversas ópticas tras el ojo de la cámara, esa cámara que presenta las cosas con otra visión. En “El sexto sentido”, de Sobrevila, la cámara ve la realidad de modo diverso al del ojo humano, que hay detalles o situaciones que no puede apreciar. El cine nos introduce tanto en la pequeñez de los elementos, convirtiéndolos en importantes como en los inconmensurables espacios transformándolos en accesibles y entrañables.

La tecnología puesta al servicio del mensaje, ha metamorfoseado al cine, lo ha hecho ineludible para conocer filosofías, pensamientos, historias, lugares, modos de vida y costumbres. 

 

Algunas ventajas que nos aportan el vídeo y el DVD


El video te permite ver películas descatalogadas, no comerciales, antiguas, te permite volver atrás, analizar, aprender. El DVD permite además congelar la imagen con toda perfección, ampliar, guardar en el ordenador fácilmente, elegir idioma...

Antes veamos una película y guardábamos la magia del recuerdo durante años, una escena, una batalla, un beso... fuera de contesto quedaba en nuestro subconsciente mezclado con millones de experiencias placenteras, afectivas, duraderas, agradables o terribles...

Muchos de los cinéfilos guardamos esos recuerdos, leemos sobre cine pero muchas veces no tenemos la imagen, no la conocemos... Estuve años hablando de una película inefable, mítica, histórica, documental, grandiosa, ‘Nanuk el esquimal’ que nombraré alguna vez más en este libro, y logré verla en vídeo hace pocos años. Mi conocimiento era de libro. En antiguos debates cinematográficos había logrado conseguir otras películas de su director, pionero en el documental, Robert Flaherty, “Hombres de Arán”, por ejemplo, pero no la que he nombrado. Sucede con mucha frecuencia. Gracias a la televisión y al vídeo logramos ver joyas del cine imposibles de ver, o de volver a ver. Vi en mi infancia películas de las que guardaba recuerdos imborrables y que no he vuelto a encontrar. En otros casos he accedido a ellas gracias a la televisión, que me ha permitido grabarlas, volverlas a ver, disfrutarlas cuantas veces se desee y analizarlas; en otros, espero con impaciencia que la televisión las reponga.

Además, no desestimemos la tecnología, el DVD. Pronto veremos el cine en casa como en el cine, aunque siempre le falte el ambiente, el sentir de otras personas en silencio, o con el ruido de las palomitas que comparten contigo. Los sistemas de reproducción digitales han perfeccionado la visión, el sonido es tan bueno o mejor que en el cine, podemos tener ya en nuestras casas pantallas de tamaño considerable. También la industria cinematográfica da pasos de gigante. El celuloide se está acabando, hay cineastas que filman ya en vídeo o digitalmente y lo pasan más tarde al celuloide. Ya hay bandas sonoras en el celuloide que sustituye la tradicional señal luminosa por impresiones magnéticas. No hace falta esperar mucho para que la tecnología cinematográfica sea exclusivamente digital y que las viejas cámaras de proyección pasen a la historia, de adorno en cines o museos o para capricho de coleccionistas. Pero no nos asustemos que también han pasado a los museos los códices miniados, los incunables, la linterna mágica y el tranvía.

 

Enseñando a ver cine


La motivación hacia el cine se genera fundamentalmente viendo cine. Algunos puristas, los he conocido, intentan hacer entrar a niños y adolescentes por lo que ello llaman ‘buen cine’. Si aplicamos al aprendizaje del cine los principios fundamentales de la didáctica, debiéramos tener en cuenta que:

Todo se aprende desde el principio. Desde que el niño nace, ya en la familia, es conveniente que esté cerca del cine, ya sea en la tele, asistiendo a salas cinematográficas con sus padres.

Hay que comenzar viendo películas entretenidas, en cada edad las correspondientes. Lo lúdico y festivo es diferente en cada edad, cultura y condición. Los más pequeños encajan mejor los dibujos animados. Disney es un buen iniciador. Sus largometrajes, y los cortos, tienen los ingredientes necesarios en dinamismo, color, música, cambio de acción y de estímulos suficientes para atraer también a los más pequeños.

Como en todo proceso de aprendizaje, se accede mejor al conocimiento yendo de lo conocido a lo desconocido. Las aventuras y la fantasía están más cerca del niño.

Si queremos que a una persona le guste el cine, o la lectura, no le pongamos a ver a Antonioni ni a leer a Dostoievski de entrada. Ir de lo fácil a lo difícil. Acordémonos de los que nos gustaba cuando éramos pequeños y lo que nos aburría lo que les gustaba a nuestros mayores. No es conveniente comenzar por películas plúmbeas antiguas para enseñar los inicios del cine. Hay películas muy entrañables y divertidas por las que los niños y los adolescentes entran muy bien. Chaplin, por ejemplo.

Como todo aprendizaje, necesita de experiencias, de afectos, de motivaciones, de reiteración de hechos, de personas que contagien el entusiasmo... de productos de calidad, entretenidos, lúdicos. Al cine se entra, como en todo lo que es cultural, de manera fundamentalmente inconsciente. El aprendizaje del cine, como todo proceso de enseñanza, necesita de esquemas de comportamiento en los que prime lo que para el que aprenda contenga sentido, diversión y serenidad para aprenderlo.

 

Sobre los títulos o rótulos


Observad en un cine. Cuando acaba a película, inmediatamente la gente se pone en pie y se va. Nadie se queda a disfrutar de los rótulos y títulos finales. Si es en la última sesión, pueden incluso apagarnos las luces para que a nadie se le ocurra quedarse. En las cadenas de televisión, lo normal es que se corten los títulos, por ganar tiempo, eliminando así una gran cantidad de información de mucho interés. El telespectador tampoco los echa de menos lo que crea un círculo vicioso que provoca que a menor información menos se hace necesaria.

Recomiendo leer las letras. A veces nos encontramos con sorpresas agradables, bromas, escenas de descarte. La música suele ser atractiva, hay informaciones de interés, sobre el equipo técnico y artístico, sobre los lugares de rodaje, patrocinadores... Hay mucho que aprender con las letras, títulos y rótulos en el cine.

Algunos directores han acrecentado la creatividad con los mismos, sorprendiendo agradablemente al espectador. Antiguamente se colocaban siempre al principio, y se dejaba para el final solamente el ‘Fin’. Actualmente, lo normal es que se separen en dos secciones, en la primera, al comienzo, se exponen los datos más importantes y significativos. Al final, se repiten otra vez, es importante por si alguien desea refrescar nombres de actores o de técnicos, y porque las diversas legislaciones y algunos sindicatos, exigen determinadas normas de publicación de autores y de textos.

Sin embargo, aparte de lo formal, se prodiga la creatividad colocándolos de mil formas distintas, retrasándolos a veces bastante avanzada la película, dejándolos para el final totalmente, entreverándolos con escenas complementarias o de descarte de la película, haciendo alguna broma o guiño al espectador, acompañándolos con música distinta, dibujos animados o de una gran diversidad de efectos especiales.

Hay verdaderos especialistas en diseño y producción de las presentaciones de las películas. Se hicieron famosas en su tiempo, continúan el estilo, las de James Bond; por poner algún ejemplo se pueden recordar los graffiti finales de West Syde Story, los dibujos animados originales de la película La pantera Rosa, la cítara y la música de Antón Karas como fondo de los títulos en El tercer hombre, etc.