Anna Atkins

(1799-1871)

La primera mujer fotógrafa

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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Su primer trabajo destacable data de 1822, un proyecto de más de 200 grabados con los que ilustraría el libro Genera of Shells, del naturalista Jean-Baptiste Lamarck. 

Anna Atkins, pionera


Anna Atkins era una mujer de la época victoriana que se negó a seguir el papel que tenían asignado las mujeres. Gracias a su padre llegó a ser una respetada botánica y está considerada como la primera fotógrafa de la historia.

Su familia tenía amistad con Sir John Herschel, el famoso matemático y astrónomo, que inventó la cianotipia (1842), ese proceso fotográfico que se reconoce por las tonalidades azules, fruto de la reacción del hierro de la fórmula con la luz ultravioleta. Resulta que la primera persona que lo llevó a la práctica fue precisamente Anna Atkins.

Gracias a la cianotipia fue capaz de registrar con suma precisión los detalles intrincados de las diferentes algas que había recogido en la costa de su país. Hizo un libro que no dudó en dar a la biblioteca de su pueblo natal el 14 de octubre de 1843.

Es fascinante el trabajo de esta mujer pionera de la fotografía. Fue capaz de fusionar ciencia y arte ya en siglo XIX, persiguiendo un objetivo totalmente didáctico. Sus cianotipos podrían pasar por obras de arte contemporáneas. En cuanto a la estructura de cada imagen, parecen muy sencillas ( lo exige el fundamento científico que origina la propia pieza) pero en conjunto se descubren bajo una armonía y una contundencia visual asombrosas.

Pese a que su condición de mujer le impedía formar parte de la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge, lugar de encuentro en el que los científicos debatían acerca de sus inventos; su padre le pasaba sus apuntes sobre las conferencias y Anna seguía con atención los avances que surgían en la fotografía.

Anna, seducida por la botánica, también tenía buena mano para dibujar. Hacía primorosos dibujos y grabados de flores y plantas  pero aún con su paciente virtuosismo no lograba plasmar con exactitud los delicados detalles de los elementos con los que trataba . En 1842 John Herschel, amigo de la familia,  inventa el proceso de la cianotipia. Un proceso fotográfico de positivado directo en el que la solución sensible es una mezcla de  ferricianuro potásico y citrato amónico, y Anna con visionaria audacia intuye que ese proceso sí puede solucionar sus problemas al aplicarlo para reproducir por contacto las delicadas plantas.

Atkins se escribía regularmente con William Henry y Fox Talbot, inventor del calotipo. Este usaba empleaba un papel sensible a la luz recubierto con nitrato de plata que, cuando estaba expuesto a la luz, registraba luz y sombras.

Anna fotografió sus cientos de algas británicas y, entre 1843 y 1853, publicó su primera obra científica, British Algae: Cyanotype Impressions y autofinanció 400 copias de la misma.

Aunque a menudo se menciona The pencil of nature (1844), de W. H. Fox Talbot, como el primer libro que incluyó imágenes fotográficas, Atkins se le adelantó por un año con British Algae. El hecho de que firmase con sus iniciales -A.A.- fue, en ocasiones, erróneamente interpretado como «Autor Anónimo»

Atkins continuó publicando libros con ayuda de Anne Dixon (prima de Jane Austen), entre ellos una biografía de su padre.

Según explica Hans Rooseboom, comisario de fotografía del Rijksmuseum de Amsterdam, “Podemos decir que Atkins fue muy concienzuda en su labor y también competente. Usó papel de muy buena calidad, por eso las imágenes están en tan buen estado a día de hoy, y se convirtió en una experta a la hora de calcular el tiempo que el papel necesitaba exponerse al sol para que las imágenes fueran lo más claras posible. Teniendo en cuenta han pasado 170 años, las imágenes resultan modernas y los artistas de hoy en día aún utilizan este proceso para crear su trabajo”.


Anna Atkins. La primera mujer fotógrafa. (1799-1871)


Fue una botánica inglesa, la primera persona en publicar un libro ilustrado exclusivamente con imágenes fotográficas, Fotografías de las algas británicas, documentando helechos y otras plantas, cuyas ilustraciones eran copias azuladas o cianotipos. Por su serie British Algae, de 1843, Anna Atkins es considerada como la primera mujer fotógrafa.

Hizo parte de trabajo con su padre, John George Children,  químico, minerólogo y zoólogo, distinguido por el mineral childrenita y la pitón de Children australiana (Antaresia childreni).

Anna Atkins nació en una familia de la alta burguesía británica y creció en la contradictoria sociedad victoriana. Su madre nunca se recuperó del parto y murió poco después pero mister Children educó a su hija en un ambiente intelectual poco usual para la época. Desde muy joven sintió el gusanillo de la ciencia natural a la que dedicó toda su vida. Su matrimonio no fue impedimento para seguir con sus investigaciones, lo cual tampoco era muy común.

Tanto William Henry Fox Talbot, creador del calotipo -con el que podía tomar «dibujos fotogénicos»-, como John Frederick William Herschel creador del cianotipo –con el que plasmaba la realidad en fotografías azul cian-; eran amigos de los Children y les enviaron muestras de sus inventos.

Anna Atkins logró conseguir un trabajo minucioso, perfecto y precioso en el que unieron la botánica, la fotografía y el dibujo. Su talento y genialidad la llevaron a ir más lejos de lo que hasta ese momento solo era demostrado por una máquina, superando las expectativas de los escépticos. Su trabajo fue el primer intento de plasmar imágenes de la forma más objetiva posible, traspasando el ámbito científico hasta hoy, y logrando ser un aporte a la ciencia, las artes y la estética.

En 1825, Anna se casó con John Pelly Atkins -hombre de negocios e impulsor del ferrocarril en Inglaterra- e hizo construir un herbario junto a su nueva casa en el que secaba y preservaba cada nueva planta pero se lamentaba de no poder compartir sus hallazgos con una audiencia mayor.

El nacimiento de la fotografía, a partir de los años 30, y su incipiente desarrollo en el mundo de la ciencia, no fue acogido por todos los coetáneos de Anna Atkins de la misma manera. Entre la sociedad de la época existía una cierta reticencia hacia la fotografía y los grandes ilustradores y copistas veían en el nuevo sistema de reproducción un claro peligro para su futuro. Anna Atkins se apartó. 

Cuando el médico británico William H. Harvey publicó el ‘Manual de Algas Británicas’; a Atkins le pareció que al libro le faltaba material visual. Harvey enumeraba y describía una serie de  nuevos especímenes de algas pero sin ilustraciones o dibujos que los acompañaran. Atkins decidió crear su propia versión e hizo cianotipos para plasmar las algas en imágenes. Así nació el primer fotolibro de la historia: Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions.

Su trabajo fue el primer intento real de aplicar la fotografía con el fin de reproducir y repetir imágenes con un claro objetivo científico. 

Aunque Atkins ha pasado a la historia por sus fotos hechas a mano, lo cierto es que sí que llegó a tener una cámara de fotos: en una carta a Talbot después de su presentación en la Royal Society, su padre afirmaba haber encargado una cámara para Anna.

Es de suponer que Atkins utilizaría su cámara en múltiples ocasiones y para diferentes tipos de trabajos, pero esas fotos jamás se han encontrado.


Cianotipia


John Herschel

La Cianotipia es un antiguo procedimiento fotográfico monocromo, que conseguía una copia del original en un color azul de Prusia, llamada cianotipo (blueprint, en inglés). El astrónomo inglés Sir John Herschel inventó este procedimiento en 1842. Aunque Herschel lo ideó, fue la botánica británica Anna Atkins, la que lo puso inmediatamente en práctica.

El proceso utiliza dos compuesto químicos: Citrato de amonio y hierro y Ferrocianuro de potasio. De su mezcla resulta una solución acuosa fotosensible, que se utiliza para recubrir un material (normalmente papel). Una imagen positiva se produce exponiéndola a una fuente de luz ultravioleta (como la luz solar) con un negativo. La luz ultravioleta reduce el hierro (III) a hierro (II). A esto le sigue una reacción compleja del hierro (II) con ferrocianuro. El resultado es una sustancia insoluble al agua, de color azul (cian) (ferricianuro ferroso) conocido como azul Prusia o Turquesa.

John Herschel acuñó el termino “Fotografía” y “negativo y positivo”, en 1842  


Olvido y redescubrimiento de Anna Atkins


Cuando Atkins murió en 1871, su nombre quedó en el olvido, aunque algunas personalidades influyentes de su tiempo, incluido el coleccionista de libros escocés William Lang Jr., reconocieron su logro.

 En 1864, Lang leyó un artículo de Talbot sobre procesos fotográficos que no eran de plata y que mencionaba el trabajo de Atkins, sin mencionar su nombre. Lang, intrigado por la obra, se puso a buscar un ejemplar, algo que no le resultó nada fácil hasta que dio con un vendedor de libros de Londres al que se lo compró en 1888.

Lang, sin embargo, todavía no estaba seguro de quién había sido el autor del libro: Atkins había firmado su trabajo como “AA”, lo que hizo que muchos llegaran a la conclusión de que esas iniciales significaban “Amateur anónimo”.

Unas semanas después de que Lang publicara un artículo sobre el libro sin mencionar a Atkins, un curador del Museo de Historia Natural de Londres, escribió al editor de la revista para decirle que él también tenía una copia del libro y que sabía que la autora era de la Sra. Anna Atkins.


Las publicaciones de Anna Atkins


British Algae: Cyanotype Impresssions.

Está catalogado como el  primer libro publicado que utiliza un proceso fotográfico para las ilustraciones, y representa un hito en el desarrollo de la historia de la fotografía.  En él se reproduce una colección de algas que recogía ella misma o le proporcionaban sus amigos.

Cada libro, más bien diríamos cada álbum, consta de unas 400 impresiones a un tamaño de 26×20 cm. la mayoría. Lógicamente cada libro es diferente, no hay dos impresiones iguales, puesto que Anna utiliza la cianotipia imprimiendo  los objetos en contacto directo, no hay negativo.  Se dice que anteriormente intentó reproducir sus plantas con la calotipia pero sin obtener buenos resultados. El libro y las placas se conservan en la Biblioteca de Nueva York.

En la Real Sociedad de Londres, se conserva una copia con 403 páginas y 389 placas.

Se piensa que es la única copia existente del libro tal y como la concibió Atkins, original, sin manipulaciones ni posteriores

Imaginemos el ingente trabajo.  Su obra fue apreciada inmediatamente por sus coetáneos, pero aun así fue vetada en sociedades científicas porque no aceptaban mujeres.

Anna quiso seguir con su colección y para ediciones posteriores contó con la colaboración de otra mujer: Anne Dixon, a la sazón prima lejana de la novelista Jane Austin. Juntas publican en los años 50 estos dos libros de helechos y plantas.

Anna Atkins, junto con Anne Dixon, produjeron un total de  tres volúmenes  diferentes de fotografías en cianotipia de entre 1843 y 1853. Hoy en día se conservan 17 ejemplares en diferentes instituciones, algunos de ellos incompletos, pero todos en buen estado de conservación, también debido a que los papeles están muy bien procesadas en origen.

La intención de Atkins no era hacer una obra artística pero su transcendencia en el arte es evidente. No sólo fotográfico, los museos de arte contemporáneo se la rifan, ya que también hizo colecciones de fotos sueltas,  y hay obra suya en el MOMA o en museo D´orsay entre otros. Su transcendencia en otros fotógrafos cuya intención es meramente creativa es también evidente. Cómo no acordarse de Moholy–Nagy y ManRay que tanto experimentaron con las técnicas de fotografía sin cámara.

La visión de sus fotografías nos hace reflexionar sobre la delgada línea que separa muchas veces la fotografía artística y la científica. Trabajos fotográficos acometidos bajo un prisma científico se convierten en arte porque quien lo contempla así los percibe.  Las fotos de Anna son precisas, pero también bellas,  delicadas,  de una sobriedad estética a veces sobrecogedora y abrieron toda una nueva parcela de experimentación fotográfica tanto en la ciencia como en el arte.


©Enrique Martínez-Salanova Sánchez