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Formación del profesor

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


Inserción del profesor en el contexto empresarial Requisitos para la docencia Características de la formación Prácticas de enseñanza en la empresa
 

Inserción del profesor en el contexto de la empresa


 Es necesario que los profesores, aun siendo trabajadores por cuenta ajena o profesionales externos que dan sus enseñanzas en la misma, tengan relación con la empresa formativa y conciencia de que trabajan para ella. La diferencia de concepto entre una empresa privada dedicada a la enseñanza y un centro educativo obligatorio es a todas luces, inmensa. No tanto por las diferencias teóricas educativas o de concepción ideológica pedagógica que entrañan sino, sobre todo, por la percepción que se tiene del sujeto «alumno»; la empresa privada es consciente de tenerlo como «alumno cliente voluntario con afán de lucro para la empresa» y los centros de enseñanza obligatoria como «alumno socialmente obligado a recibir educación e instrucción».

 Esta dualidad o ambivalencia en el concepto crea inmensas diferencias del concepto de alumno que se dan en ambas enseñanzas. Aún no debiendo existir diferencias conceptuales, sigue siendo cierto que el «sujeto-alumno» posee características diferenciadas en función del tipo de institución educativa que lo acoge. No obstante, en la actitud pedagógica del profesorado hacia los alumnos pueden existir diferencias de concepto pero nunca de trato.

 Formación del profesor

 La preparación, reciclaje y perfeccionamiento de formadores ha de desarrollarse, necesariamente, mediante una metodología específica, es decir, mediante un conjunto de objetivos, métodos y técnicas de aprendizaje muy precisos.

 Desde que la educación de la especie humana, creciendo continuamente en complejidad, necesitó de profesionales que completasen la acción formativa que sobre éste ejerce la sociedad, especialmente la familia, el profesor ha ocupado un puesto fundamental en todo proceso educativo que nadie discute, ni siquiera en una época tan altamente tecnificada como la de nuestro tiempo, en la que las máquinas desplazan a las personas la ejecución de numerosas tareas que en otros momentos sólo ellas podían realizar.

 Tal posición clave, en un proceso tan complejo y de altísima responsabilidad como es colaborar con personas en el desarrollo y formación de su personalidad, inteligencia y capacidades físicas, requiere del profesor una alta cualificación profesional unida a ciertas aptitudes y actitudes personales.

Por otra parte, el papel del docente en el proceso educativo ha cambiado o va modificándose, sobre todo en la enseñanza media y superior, a la luz de los principios que inspiran la pedagogía actual, en la que el profesor, su actividad, sus capacidades individuales, sus intereses, adquieren una mayor preponderancia, pasando a ocupar el centro de gravedad del proceso educativo que en otro tiempo estuviera vinculado más estrechamente a la personalidad del profesor o a los contenidos de la enseñanza. El grupo es utilizado como medio de formación. El esfuerzo del profesor trata de orientarse más ampliamente a dirigir al alumno para que éste recorra responsablemente el camino de su propio aprendizaje, perdiendo importancia su labor transmisora de conocimientos que en otros momentos ocupó la mayor parte de su actividad. Edgar Faure y sus colaboradores indican en su conocido informe «Aprender a ser»:

 «Los profesores tienen cada vez menos como tarea única el inculcar conocimientos y cada vez más el papel de despertar el pensamiento. El profesor, al lado de sus tareas tradicionales, está llamado a convertirse en un consejero, un interlocutor; más bien la persona que ayuda a buscar en común los argumentos contradictorios, que la que posee las verdades prefabricadas; deberá dedicar más tiempo y energías a las actividades productivas y creadoras; interacción, animación, comprensión y estímulo.»

 Los nuevos medios tecnológicos, con utilización en muchos casos de lenguaje verbo-icónico, se convierten en preciosos auxiliares del profesor, modificando en parte, la forma de realizar su trabajo.

 Todas estas circunstancias reclaman un nuevo perfil profesional del docente para poder dar respuesta satisfactoria a las exigencias cuantitativas de formación del ciudadano actual, por ello, la selección y formación del profesorado requiere, en nuestros días, niveles de exigencia superiores a los de otras épocas. No se considera hoy suficiente una formación científica elevada, aunque ésta sea absolutamente imprescindible; tampoco es válida la hipótesis de que quien sabe bien algo, sabe enseñarlo bien. Se hace necesario que los docentes sean auténticos especialistas en educación, conozcan perfectamente y sepan poner en práctica el conjunto de principios y técnicas que aseguran la eficacia de cualquier acción didáctica.

 

 Requisitos para la docencia


 El proceso de selección y formación del profesorado, como de cualquier otro tipo de profesionales, precisa de una definición previa de las capacidades que el hombre ha de poner en juego para desempeñar con eficacia las tareas que le serán encomendadas y el tipo de preparación técnica que requiere. En lo que se refiere al docente, tales requisitos podemos agruparlos en los siguientes puntos:

 1. Formación hacia la autodidaxia

La didáctica del adulto, aconseja al profesor liberarse completamente del principio equivocado de la «Escuela tradicional», de que es necesario dar al alumno la mayor cantidad posible de conocimientos, en el mínimo de tiempo posible. La didáctica del adulto exige que la «escuela» se fundamente exclusivamente sobre el método de investigación científica, por obra de los alumnos. No debe ser el profesor quien dé los conocimientos ya «digeridos», sino el alumno quien los conquiste después de haberlos «masticado».

Los conocimientos básicos constituyen la base sobre la que se construye la aptitud individual para el empleo. Se trata del ámbito del sistema educativo y de formación formal por excelencia. En la educación básica, es necesario encontrar un buen equilibrio entre la adquisición de conocimientos y las competencias metodológicas que permiten aprender por uno mismo.  Son éstas las que hay que desarrollar hoy.

 La aptitud para el empleo de un individuo, su autonomía, su posibilidad de adaptación están vinculadas a la manera que podrá combinar estos diferentes conocimientos y hacerlos evolucionar. Aquí, el profesor se convierte en el agente y constructor principal de su cualificación: es apto para combinar las competencias transmitidas por las instituciones formales y las competencias adquiridas a través de su práctica profesional y sus iniciativas personales en materia de formación.

 La razón de esta posibilidad concedida a la educación del adulto, debemos buscarla en el hecho de que la capacidad operativa de la persona adulta se fundamenta en sus actos reflexivos. El acto de reflexión, sin embargo, no requiere una experiencia inmediata para ponerse en movimiento. Pero cuando la persona aprende, es la reflexión la que constata el grado de concordancia o de discrepancia entre el plan de acción propuesto y el éxito o fracaso conseguido. Por esto, para aprender algo, debe plantearse previamente con entera claridad la meta a que desea llegar, para después poder comprobar si la ha logrado o no, y en qué medida. De tal constatación surgirá el aprendizaje humano propiamente dicho, que permitirá al sujeto conocerse mejor a sí mismo y enunciar más objetivamente sus metas posteriores de conducta.

 De esta manera, el adulto adquiere no sólo las experiencias de sus actos, sino que además va asimilando vivencialmente las leyes del aprendizaje humano, que se hallan a la base de su comportamiento. Es así cómo la persona, a medida que pasan los años, se vuelve cada vez más capaz de aprender y por lo tanto de cambiar sus conductas.

 2. Integración en el grupo

El profesor debe a prender, como todo adulto, en su mismo grupo de trabajo, insertándose de esta forma en un equipo y en la empresa en la que presta sus servicios. La empresa, por otra parte, debe contar con la organización de acciones formativas hacia su profesorado, ya sea facilitando cursos de reciclaje y perfeccionamiento como proponiendo reuniones periódicas de evaluación y formación hacia el aprendizaje del profesorado

 Las más eficaces acciones formativas son aquellas que parten de la misma situación de necesidad del profesor, en reuniones de trabajo y de evaluación, en equipo de trabajo con sus compañeros, en régimen de grupos operativos y tomando decisiones concretas sobre problemas de alumnos, de metodología o de eficacia.

 La creación y potenciación de grupos de trabajo en empresas formativas aumenta la eficacia didáctica, es reflejo fiel ante los alumnos de la coordinación del equipo y del buen funcionamiento de la empresa e intensifica la amistad y relación entre los profesores.

 3. Formación hacia su inserción en la empresa

El profesor, como otros trabajadores por cuenta ajena, o en el caso de trabajadores autónomos por su vinculación a un equipo, deben sentirse insertados en el centro formativo para el que trabajan. La imagen corporativa en las empresas de formación es en muy alto grado responsabilidad del profesorado.

Los profesores deben dar entre sí la imagen de coherencia con la empresa, siendo coherentes entre sí, coherentes con el objeto, los contenidos, de la formación (la intervención social y sus metodologías propias, animación sociocultural, educación de personas adultas, etc.) y coherentes, adecuados, con cada realidad concreta.

 Tipos de formación

Formación Metodológica

Conocer las claves y los principales métodos de la didáctica con el fin de intervenir correcta y coherentemente en las aulas.

Formación tecnológica

Conocer, diseñar, elaborar y utilizar los instrumentos de trabajo, los recursos didácticos y las técnicas concretas para realizar una acción formativa.

Formación didáctica específica

Conocer los elementos didácticos que determinan y diferencian el aprendizaje de las diversas materias, temas, profesiones o puestos de trabajo.

Formación sobre la propia profesión

Estar al día sobre lo que su propio ámbito profesional requiere. Actualmente se demanda una actualización constante y completa del profesorado.

 

 

Características de la formación


La formación no debe ser en ningún caso una suma de acciones formativas aisladas, sino un proceso gradual y continuado en el tiempo, desarrollado de forma sistemática. En el proceso de enseñanza-aprendizaje, distinguimos tres etapas principales:

Diseño del proceso, desarrollo del proceso y evaluación del proceso.

 La etapa del diseño, es la etapa en que la enseñanza se prepara y se ordena con anterioridad a su empleo en clase. Da como resultado un sistema de enseñanza-aprendizaje. Los defensores de lo que llamaremos el «diseño espontáneo», o sea los opositores a la enseñanza diseñada, sostienen que las metas y procedimientos no pueden establecerse. Tanto los objetivos como los métodos se desarrollan espontáneamente para cada alumno, quien los controla. En general, quién reniega de los objetivos, y pone su énfasis en los contenidos, está volviendo a la edad de piedra de la enseñanza, muchas veces por propia comodidad o porque no ha llegado a comprender qué es un objetivo, y sobre todo las dificultades metodológicas que entraña conseguirlo.

 Indudablemente, sin negar el valor del diseño espontáneo, debemos reconocer y aceptar que, al menos aquellos objetivos referidos a las habilidades esenciales que necesita cada alumno pueden y deben ser establecidos de antemano. También ciertos conjuntos específicos de materiales de enseñanza, deben prepararse, ensayarse y mejorarse antes de su empleo en clase.

 La formación se enriquece en grupo

 La especie humana es por naturaleza social, que debe contar con otros para sobrevivir. La comunicación es el elemento necesario y fundamental para dicha supervivencia. Por lo cual, debe aprenderse a ser ente social.

 La educación actual encara el problema de la socialización de los individuos, adaptando la metodología y las técnicas didácticas a las necesidades del individuo para que este pueda adaptarse a su grupo y convivir solidaria, y no competitivamente con él.

La formación es experimental

 La educación actual se apoya en la actividad personal del alumno. Sin actividad personal no hay aprendizaje. La actividad parte de las propias necesidades e intereses del alumno, que se motiva a sí por su propio aprendizaje. El profesor canaliza esas inquietudes en relación con el curriculum y los objetivos del programa. La actividad, no el activismo, debe ser educativa para el sujeto que aprende, basándose en el principio de que interesa más el aprendizaje de los procesos de actividad que los mismos resultados. La actividad es también un proceso a aprender.

 Para que una enseñanza sea activa debe iniciarse desde la programación de actividades, presentando al alumno actividades problemáticas de solución asequible a su nivel, que tengan a ser posibles resultados visibles, que permitan al alumno interesarse por su aprendizaje y hagan más fácil la evaluación y autoevaluación de los aprendizajes.

 Nada hay en el entendimiento que antes no haya pasado por los sentidos. La experiencia personal es la base del aprendizaje, y se aprende mejor lo que se ha podido tener en contacto con alguno de los sentidos. Este principio es antagónico a una enseñanza verbalista o abstracta. Intuir significa etimológicamente, ver, captar. La intuición puede ser directa, cuando se aprecian las cosas directamente, o indirecta, cuando se aprecian por medio de analogías o ejemplos.

 La formación es creativa

 El sentido de lo creativo en la educación actual es aunar lo que tradicionalmente se ha llamado creación inventiva o descubrimiento con lo que se entiende por originalidad o sentido artístico.

 Procurar la espontaneidad y la capacidad expresiva, la creación con dificultades de espacio, tiempo o lugar, para que el alumno se acostumbre a decidir creativamente incluso en circunstancias adversas, la creatividad inventiva, la que despliegan la originalidad, y sobre todo la que busca siempre nuevas vías o cauces de expresión distintos a los tradicionales: enseñanza divergente.

 La formación es constructiva

 El punto de partida del proceso de aprendizaje es el reconocimiento y sistematización de lo que el sujeto, individual y colectivo, «ya sabe», como base y cimiento de la incorporación de nuevos conocimientos.

 La formación se basa en la comunicación

 Ha de privilegiar la comunicación en todas sus formas y lenguajes, como instrumento y eje del aprendizaje, basándose en el diálogo y el intercambio.

 La formación es crítica

 Ha de utilizar la pregunta y el cuestionamiento permanente como herramienta básica, estimulando el pensamiento divergente, buscando la elaboración de criterios propios frente a la aceptación acrítica de conceptos y saberes «establecidos».

 La formación debe incidir en la actitud hacia los alumnos

 Como requisito previo, imprescindible en un profesional de la educación, ha de considerarse una especial inclinación, o por lo menos deseo de aplicar una nueva profesión, en la tarea trascendente de educar, de transmitir parte importante de sí mismo a los demás con fines de servicio.

 Gran confianza en la educación, en su trabajo concreto. Sin convicción en los resultados del proceso que él dirige, difícilmente será capaz de vivirlo con ilusión y entusiasmo y mucho menos transmitirlos a sus alumnos.

 La actitud hacia los alumnos ha de manifestarse en apoyo, ayuda, respeto, orientación, justicia... Sociabilidad y comunicabilidad como actitudes que favorecen los procesos de interacción psicológica y social en que inevitablemente ha de basarse el proceso formativo. El profesor debe ser capaz de abrirse a los demás y ofrecer sus conocimientos, sus ideas, su amistad.

 El respeto y cultivo de los valores humanos: morales, intelectuales, culturales, etc., entraña una actitud de continuo perfeccionamiento en todas las dimensiones de la persona.

Prácticas de enseñanza en la empresa formativa


 Las prácticas de enseñanza previas a la incorporación efectiva a un puesto docente suelen ser insuficientes cuando no nulas. En muchos casos se realizan inadecuadamente: faltas de programación, adecuado control y simultaneidad con la formación teórica.

 La solución viable para la empresa formativa la concebimos tomando como base el esquema de selección que anteriormente se indica. Mediante pruebas adecuadas de conocimientos y aptitudes para la docencia, se podría seleccionar a los titulados universitarios o profesionales que reúnan ciertas condiciones mínimas. Basar estas prueba en exigencias mínimas posibilitaría el acceso a la fase siguiente a un número de aspirantes a la docencia.

 Los aspirantes seleccionados pasarían a realizar un período de formación teórico-práctico, o a integrar un equipo docente en el que se vería arropado por el grupo y el asesoramiento del coordinador de la acción formativa. Aparte de período de aprendizaje puede ser la continuidad de una prueba de selección.

 Actitud de la empresa formativa hacia el profesor

 Sería absolutamente imprescindible que, durante este período de formación, el aspirante a profesor percibiera haberes suficientes para cubrir adecuadamente sus necesidades. Las anteriores reflexiones pretenden llamar la atención sobre un problema verdaderamente trascendente; si la sociedad necesita una enseñanza de auténtica calidad ha de prestar la máxima atención a sus profesores, exigiéndoles con dureza y compensándoles con largura y este momento es especialmente importante, sobre todo para ciertos niveles  cuyo objetivo es la adquisición de conocimientos profesionales, que necesariamente habría de incorporar un gran número de nuevos profesores en los próximos años y conviene tener presente que si no se adoptan estrategias nuevas y valientes para su selección y formación, se hipotecará el futuro de un nivel educativo del que el país está auténticamente necesitado.

 El control del profesor es

  • Una actividad sistemática y continua como el mismo proceso educativo.

  • Es un subsistema integrado dentro del propio sistema de la enseñanza.

  • Tiene como misión especial recoger información sobre actuaciones del profesor, sus problemas, sus virtualidades y capacidades, sus carencias, y en fin de todo aquello que interese sobre el proceso en su conjunto.

  • Ayuda a mejorar el propio proceso, y dentro de él, a los programas, técnicas de aprendizaje, recursos, etc.

  • Ayuda a elevar la calidad de la enseñanza y aumentar el rendimiento de los alumnos.

 El control del profesor refuerza su eficacia a través del grupo

 El conocimiento mutuo, la creación de un clima de confianza que facilite la comunicación, la construcción de un lenguaje común básico y de una mínima «identidad» del grupo, sobre la base del reconocimiento y la aceptación de la diversidad, la búsqueda de la satisfacción del aprendizaje y el trabajo en grupo... todo eso que sintetizamos en la expresión «refuerzo del grupo», no son sólo factores fundamentales para hacer posible y facilitar el aprendizaje individual y colectivo, sino también componentes esenciales del propio aprendizaje, capacidades y habilidades que deberá utilizar habitualmente cualquier profesor.

 Adecuación al estilo de la empresa formativa

 Cada empresa formativa tiene su propio estilo didáctico. La enseñanza y el aprendizaje se producen y refuerzan en la profundización, en la propia experiencia de equipo y la propia práctica, mediante la interpretación y análisis de los datos de la realidad, la contrastación con otras experiencias, la búsqueda y aportación de nuevas informaciones, de otros análisis y prácticas. Todo ello ha de traducirse en la formulación de nuevas síntesis, en la elaboración y/o apropiación de nuevos conceptos y modelos para la comprensión e interpretación de la realidad, y para operar en la práctica.

 A menudo, esta situación se «resuelve», de forma casi exclusiva, mediante aportaciones del formador sin considerar otras posibilidades de búsqueda o elaboración colectiva más participativa que permiten, paralelamente, el desarrollo de la iniciativa y el aprendizaje de valores y actitudes de trabajo en grupo. Estas situaciones deben resolverse desde la empresa.

 Proporcionar los recursos

El profesor debe disponer de los recursos suficientes para cada acción formativa.

  • Métodos y técnicas de dinámica grupal y animación de grupos

  • Métodos y técnicas de expresión y comunicación

  • Juegos y actividades lúdicas, actividades recreativas, socioculturales y «artísticas» (musicales, plásticas, dramáticas...)

  • Encuentros, convivencias, fiestas, reuniones informales, celebraciones

  • Métodos y técnicas de observación e investigación social y grupal

  • Métodos y técnicas de reconstrucción de la memoria colectiva

  • Métodos y técnicas de sistematización

  • Encuentros e intercambios de experiencias

  • Talleres y seminarios

  • Métodos y técnicas de búsqueda y análisis de información

  • Métodos y técnicas de identificación y contrastación de experiencias

  • Métodos y técnicas de construcción colectiva de conocimientos

  • Conferencias

  • Visitas a experiencias

  • Análisis de casos

  • Autoformación

  • Formación a distancia

  • Lectura y estudio de documentación

  • Métodos y técnicas de planificación y organización de la intervención

  • Gestión de proyectos

  • Métodos y técnicas de intervención específica

  • Métodos, técnicas y destrezas instrumentales

  • Manuales y guías

  • Utillaje, pizarras, retroproyectores, proyectores, ordenadores, vídeo y televisión

  • Métodos y técnicas de seguimiento, evaluación y autoevaluación

  • Elaboración de memorias e informes

 Evaluación permanente

 La evaluación permanente recorre transversalmente todo proceso formativo; permite hacer conscientes los pasos dados, los sistematiza y analiza, para poder revisar y mejorar el proceso. La evaluación debe desarrollarse de forma continuada, regular, sistemática, acompañando todo el proceso.