VOLVER A «EL PUNTERO DE DON HONORATO»

Igual de burro se es cuando se es un «vurro»

o cómo las redes sociales ayudan a ganar amigos a pesar de las faltas de ortografía y las incongruencias del lenguaje

 

Los dibujos son de Pablo Martínez-Salanova Peralta

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


 

 


 

Fue una semana llena de sobresaltos para doña Purita. Manolín contestó en un examen que el Principio de Arquímedes era una A muy grande; Rosarito, a la misma pregunta, escribió: «el qadrdo dla ipotnusa es = a su+ de qudrdo dls kttos». Esa sola, enigmática y oscura frase plagada de símbolos cabalísticos desconcertó a la maestra, que siempre tuvo a Rosarito por una excelente alumna aunque, eso sí, un tanto atolondrada. Agustín en otro examen escribió sin ruborizarse: «ernan cortes sirbio en la expedicion de conqista de qba dirijida x el gbdor diego d velazqez». Otro día en la pizarra, alguien escribió: «Cmo stas, kiers ir x parq oy? O vms uns pelis? Bsos :P» y «KK; qlo, p2, pis» del consabido «Mano negra no se rinde» de siempre, que esta vez, bajo la mano, pintó unas tibias cruzadas.

Doña Purita, mujer de temple, dulce a veces, de malas pulgas otras, era siempre de avanzado pensamiento y la vida le había dotado de unas espaldas que podían aguantar carros y carretas. Formada, con ganas de innovar sus métodos; sabía que el lenguaje de los móviles, de los ordenadores, pantallas y otros instrumentos de comunicación, ha transformado los discursos sociales; aceptaba que la creación de nuevos géneros suponía grandes cambios en el lenguaje, en las estrategias de intercambio de información, y en la producción, comprensión y lectura de textos. Doña Purita lo entendía, lo acataba y lo permitía pero no lo soportaba, le ponía de los nervios escribir con abreviaturas, siglas, errores ortográficos y omisiones.
Cuando enviaba mensajes con el móvil, que lo hacía, le llevaba un tiempo infinito, con vueltas atrás y correcciones, escribir dos líneas con cierta coherencia, para enviar a su sobrina Matilde era para ella el equivalente a crear un soneto dedicado al Arcipreste de Hita. Por ejemplo, un mensaje de la maestra a su sobrina podía ser así: «Querida Matilde: me alegro de que, como me cuentas en tu anterior mensaje estés bien, y yo, en respuesta al tuyo, me encuentro también estupendamente...». Todo con puntos, comas, dos puntos, puntos suspensivos, exclamaciones (delante y detrás), interrogaciones (delante y detrás)... No era muy hábil con los dedos, todo hay que decirlo, lo que le dificultaba sobremanera la tarea y, lo que más la desanimaba es que, cuando lograba enviar el mensaje de tres líneas, tras una hora de esforzada literatura, recibía en segundos la contestación de Matilde, unas diez líneas correctamente escritas, aunque sin tanto esmero en algunos signos.

 Se horrorizaba doña Purita por la carencia de puntos, comas, signos de admiración, punto y coma o puntos suspensivos... Ella, purista gramatical, defensora a ultranza de la ortografía y el bien escribir se exacerbaba en sus principios literarios más puros ¿Cómo se puede escribir una esdrújula sin tilde?, clamaba al cielo: zángano, brócoli, matemática, acústica, antiácido, helicóptero, éxtasis, teléfono, póstumo, patético, acérrimo... ¿Y las sobresdrújulas?: Por definición, las sobreesdrújulas llevan tilde (o acento) antes de la antepenúltima sílaba. Esto sería, en la cuarta sílaba si se cuenta desde la parte final de la palabras: sintonizándoselo, tónicamente, sentándosele, enseñándoselos, cómetelo, píntasela, reséñaselo, telefoneándoselos, términos que son de uso normal, como todo el mundo sabe, sobre todo entre niños y eruditos con unas copas de más. Maripili, por ejemplo, era muy normal que le enviara un mensaje a Abdulah en sobresdrújulas: «La información que me has emitido transmítesela con celeridad a Manolín o introdúcetela por donde te quepa

Y se preguntaba la maestra: ¿Es bueno que los géneros tradicionales como el correo postal, la conversación en directo, el diálogo o el debate, hayan sido sustituidos en gran medida, por géneros electrónicos, sin personalidad, individualistas, y sobre todo con tanta tecla, tanta dificultad y que me ponen tan nerviosa? Y ella misma, tradicionalista avanzada con deseos de mejorar tecnológicamente, se respondía: ¡Sí!.

Mientras doña Purita elucubraba sobre sintaxis, ortografía y otras literaturas, Maripili, Mijail, Rosarito, Abdulá, Manolín, Ricardito, Gustavín, Mariloli, Akira, Fátima, Pepillo, Gutiérrez, Kumiko, Agustín, Bogdánov (para diferenciarlo del otro Mijail), Eduard Wellington y los demás, se dedicaban a chatear, se lanzaban mensajes sin orden y concierto en el correo electrónico, SMS, WhatsApp, wasap o guasap, a ver si la academia se decidía pronto. Había quienes, como Mariloli, tenían sus blog. La susodicha Mariloli se había convertido en una bloguera crítica y despiadada contra todos y contra todo, incluidos don Honorato, doña Purita, Doncarlosmari, el director, la política nacional y el Fondo Monetario Internacional.

¿Y la ortografía? ¿a dónde vamos a parar? En sus elucubraciones matinales, doña Purita se lamentaba de que paulatinamente se reducía el lenguaje, que cada día eran menos los términos utilizados, que si seguíamos así acabaríamos hablando en troglodita, ¡ug!, ¡ag!, ¡gru!... ¿Y las siglas?. Doña Purita sabía que se las llamaba «grafías fonetizantes», reducciones gráficas escritas fonéticamente por ahorro de espacio. Y ponía ejemplos cuando se enervaba contándoselo a don Honorato: Mira, Honorato, escriben «ke» en vez de «que», «star» en vez de «estar», ¿a dónde vamos a llegar?, no debemos tolerar «toy» por «estoy», «pa» en lugar de «para».

«Fíjate!, Honorato,» gritaba exaltada doña Purita, «es terrible que te escriban en un examen de ciencias trnitrtluno, en vez de trinitotulueno», y don Honorato le contestó que ya las ciencias químicas lo habían hecho años ha, y que con poner TNT era suficiente, (como en los SMS) y con todos los elementos y grupos químicos pasaba lo mismo. «Mira Purita, que tú eres de letras, que los de ciencias hace años que, por ser prácticos, utilizamos símbolos, acrónimos, siglas y todo aquello que redunde en no escribir tanto y llegar al meollo de las cosas lo antes posible. Por poner un ejemplo, Purita,» le decía, «para los elementos del grupo propilo y no escribirlo entero, ponemos n-Pr, Bu ponemos para el grupo butilo, Pn para el grupo pentilo y, agárrate, Purita, Cy para el grupo ciclohexilo... y no sigamos, que todo está ya inventado."
Para doña Purita la ciencia era la ciencia, rara gente y con sus cosas, que se permitían lenguajes algebraicos, siglas y símbolos abstractos, π (pi), era trescatorcedieciséis, pero la literatura era literatura, expresión estética, arte, y no podían tolerarse cosas como por ejemplo «tkm», en vez de «te quiero mucho», «dsp», en vez de «después» o «qacs» en vez de «¿qué haces»?

Doña Purita, sin embargo, hacía excepciones. Le gustaban los emoticonos, le alegraban el día y le llevaban al éxtasis existencial. Eso de poner sonrisas, gestos, contracciones simbólicas del mensaje, escritas con sencillez y creatividad, sustituidas a veces por un gracioso dibujito... eso sí le parecía a la maestra poético, imaginativo y lleno de candor. Eran visualmente parecidos a los símbolos egipcios, etruscos y cuneiformes. De vez en cuando los utilizaba para escribir a su sobrina Matilde, y «seguro que Gustavo Adolfo Bécquer, amor platónico de juventud, los hubiera utilizado en sus poemas si su nacimiento aconteciera en el siglo de la tecnología y no en el de las luces...»

El día en el que Abdulah, un lince en cosas de ordenadores, se puso en contacto mediante tuiter con una chica colombiana, fue el desbarajuste en la clase. Todo el mundo quiso ponerse en contacto en la red con una chica colombiana. El mismo Abdulah le dijo a Maripili que porqué no buscaba un chico, aunque fuera iraquí, o japonés, o de Cercedilla, daba igual, no importaba que no fuera una chica colombiana, lo importante era conectarse, comunicar con gente de otros lugares. La búsqueda de amigos creó en la clase entera una obsesión, un desequilibrio, una búsqueda incontrolada de amigos por las redes sociales, cualquier amigo, de cualquier país y en cualquier red, valía... y luego quien tuviera más amigos, más países y más redes.... una locura para el entender de doña Purita

Todo el mundo se puso a la faena. Rosarito dijo que había ligado con un inglés, Manolín, tímido por naturaleza, echó sus redes por aquí y por allá, sin resultados por el momento. Una escuela completa de Tegucigalpa, contestó que sería «lo más» hacer algo juntos; un grupo folclórico italiano les pidió que les grabaran canciones, y las colgaran en Youtube. Para doña Purita, como todo lo que salía de lo normal, se le fue el sueño, noches sin dormir y en qué pensar. Y cuando la maestra no dormía y pensaba, se abría la caja de los truenos y se convertía en una tromba, no necesariamente para mal.

Y pidió ayuda a don Honorato.

Pero esto es otra historia.